Capítulo XXII.

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Ya tenían todo listo para el viaje a Villa Ruiseñor. Luciano los acompañó hasta la estación de trenes para desearles un buen viaje y mucha suerte en lo que planeaban hacer. Le pidió a Bárbara que tuviera cuidado y que si necesitaba de él no dudara en llamarlo. Ella lo abrazó agradeciéndole todo lo que había hecho.

Mientras esperaban el tren, Luciano les ofreció un café y le pidió a Mercedes que lo acompañara. Tenía que hablar con ella, quería asegurarse de que Bárbara estaría bien. Se alejaron un poco y él le dijo:

- Joaquín me pidió que me encargara de su divorcio, Mercedes.

- Así es, su familia ya sabe y están de acuerdo.

-¿Y tú familia? ¿Ernesto Möller también está de acuerdo?

- Él no lo sabe Luciano, la verdad es que se lo diré en este viaje.

- Perdone que me entrometa Mercedes, es que me preocupa lo que pueda pasarles. Sobre todo a Bárbara.

-¿Qué me quiere decir exactamente Luciano?

- Más que decir, quiero pedirle que la cuide mucho Mercedes. Ella es como una hija para mí y ha sufrido mucho. Solo quiero que sea feliz.

- Lo haré. Tiene mi palabra de que nada malo le va a pasar. Ella es todo para mí.

- Gracias Mercedes, y por favor si necesitan ayuda o lo que sea no dude en pedírmela. Voy a estar pendiente.

- Gracias Luciano.

El sonido de la locomotora anunciaba la partida del tren rumbo a Chillán. Luciano se despidió de Joaquín y Mercedes. Bárbara lo esperó y lo abrazó diciendo:

- Cuídate mucho por favor Luciano. Y gracias por todo ¡Te quiero mucho!

- También te quiero Bárbara, cuídate y llámame para saber que llegaste bien, y si necesitas algo. Sabes que en mí siempre encontrarás a un amigo.

- Gracias...

- Ya sube... Y espero que seas feliz con ella... ¿sabes? Te ama y mucho, ahora lo sé.

- Yo también lo sé -Bárbara tomó sus manos y las besó agradecida- adiós...

-¡No! adiós no Bárbara -le dijo- hasta luego. Espero seguir viéndote, así que sólo dime hasta luego.

- Esta bien... hasta luego querido.
Así los tres iniciaban un viaje que cambiaría el rumbo de sus vidas para siempre.

Eran las 19:00 horas cuando Mercedes, Bárbara y Joaquín llegaban a Villa Ruiseñor.

En pocos minutos se encontraron en la entrada de la hostería Möller. Era parte de su plan, no quedarse en casa de Ernesto. La única que sabía todo y que los estaba esperando, era su entrañable amiga María Elsa.

Al verla Mercedes la estrechó en un fuerte abrazo, tenían muchas cosas de que hablar. Saludó cordialmente a Bárbara y a Joaquín, y los condujo a sus habitaciones. Después de acomodar sus cosas, bajaron al comedor por un café y hablar de lo que había pasado en ese tiempo y de lo que pretendían hacer. María Elsa debía saber, así podría ayudarlos.

-¿Cómo has estado amiga? ¿Cómo va todo con Horacio?

- Horacio sigue igual Mechita. Bueno para las fiestas, para el trago, para las mujeres. Él nunca va a cambiar.

-¿Y los demás?

- Acá sigue todo igual. Carlos con la Augusta siguen su vida. Tu papá quiere casarse con mi mamá, pero don Armando Quiroga no le ha dado la nulidad. Y dudo mucho que se la dé. Dice que mi mamá lo engañó con el tío Ernesto y que se va a vengar de los dos. Aunque después de que se supo de su engaño con la tía Angela no creo que tenga derecho a reclamar nada.
Pero ya basta de hablar de las cosas de este pueblo aburrido, mejor dime tú... ¿Cómo estás?

Donde Todo Comenzó... (Barcedes) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora