3 Años Despues...

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LA VIDA DE BÁRBARA.

Hoy es uno de esos días en que odio todo, a todos. Aún no puedo resignarme a que perdí toda mi vida en manos de la que fue, es y será por siempre el amor de mi vida. Cuando decidió irse, ella no supo que arrancó mi corazón y se llevó mi vida entera, dejándome vacía, desolada, muerta. Ya no soy capaz de sentir nada por nadie, porque ella se robó todas mis ganar de querer, de sentir, de intentar; ni siquiera por Luciano, que hoy es mi presente.

Sólo una carta... solo eso me dejó, solo eso valió todo lo que vivimos juntas...
Ella, ella era mía... y yo la amaba, la cuidaba, la veía como lo que realmente es: una criatura delicada, pura, inocente, que yo adoraba y acunaba entre mis brazos en nuestros mejores tiempos.

¿Por qué me hizo eso?

¿Por qué no tuvo el valor de mirarme a la cara mientras rompía mi corazón?

Son preguntas que intenté responderme por mucho tiempo con excusas tontas para que no me doliera su ausencia, para negar que ella me había abandonado.

No puedo negar que aún la amo, que aún deseo su piel contra la mía, y que nunca jamás dejaré de amarla. Esa será mi condena por haberme enamorado de ella. Un pecado que volvería a cometer mil veces si fuera necesario, porque si es con ella no me importaría arder en las llamas del infierno.

Quisiera volver a verla, aunque fuera de lejos, solo para saber que está bien, que es feliz. No le pediría explicaciones, porque lo hecho ya está y nada podrá cambiarlo, mi alma solo se conformaría con escucharla decir mi nombre una vez más, con sentir que está cerca de mí, con solo mirarla igual que cuando la vi por primera vez.

Sé que ya debería resignarme a vivir sin ella, pero por más que he luchado en estos años, no puedo vivir si Mercedes no está conmigo. Tengo claro que eso nunca volverá a pasar, pero sueño con el día en que así sea...

Golpes interrumpen su escritura.

-¿Bárbara?.

- Sí... sí.

-¿Puedo pasar?.

- Si, adelante.

Al entrar a su habitación y ver ese diario con tinta aún secándose, solo le dedicó una sonrisa comprensiva y una caricia en su cabello. Ella lo agradeció con la mirada y una caricia en su mano.

- Parece que hoy es uno de esos días, ¿no?

- Lo es. Pero no te preocupes, me aseguraré de que todo salga bien. Lo prometo.

- Si es así entonces me quedo tranquilo... ¿segura que estás bien?

- Sí, Luciano. Será mejor que bajemos.

- Está bien. Te espero abajo... y Bárbara, cuentas con mi apoyo, ¿lo sabes, cierto?

- Lo sé de sobra Luciano, gracias. Enseguida voy.

Esperó a que saliera y continuó escribiendo.

Hoy es uno de esos días en que siento que no soy nada. Cuando estuve en sus brazos, mi alma ardía en deseo, pero ahora todo ese fuego me convirtió en un pálido ser, lleno de cenizas y pena.

Volvió sus pasos al espejo y se arregló para asistir al evento que tendría lugar ese día. Luciano daría una cátedra de leyes en la universidad y ella como su esposa debía acompañarlo. Vendrían abogados y gente invitada del extranjero, así que por esta vez debía ir.

Luciano Echeverria era un abogado y profesor de la universidad. Se habían conocido en una de las tantas reuniones de docentes, y él, sin pretender nada, un día la invitó un café. Después de que Mercedes la dejara, ella no había querido salir con nadie. Ni tampoco tenía ganas de conocer a nadie. Sólo quería vivir su dolor en paz, pero Luciano era diferente, con él parecía todo más fácil, a pesar de ser un hombre mayor. Él la había salvado, le dio una posibilidad, le mostró un camino. Le tenía mucho cariño, aunque nunca llegaría a amarlo, aun así, le tenía un gran respeto.

Donde Todo Comenzó... (Barcedes) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora