Cap. 28 Primer sueldo, primer trabajo

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La alarma sonó exactamente a las siete en punto de la mañana. Algunos hilos de color castaño se fueron deslizando en un fondo blanco puro. El bostezo de un día más con vida fue lo único que se escuchó en esa habitación, después, la regadera, la secadora de pelo, el cepillado de dientes a su lado. Ella no se preparó con nada más que una cola de caballo bien recogida, un pantalón delineando la forma de sus esbeltas piernas y una blusa de un color común, era algo diferente a lo que acostumbraba pero era suficiente para dar buena imagen en su primer trabajo.

-Emocionada novata?- sonrió Haruo un chico de ascendencia japonesa; como bienvenida a la nueva compañera.
Claro, como es de esperarse Ib asintió con la vista a su delantal negro que pronto cubriría una parte de su ropa después de ser atado por la parte trasera, un poco más arriba de donde termina su espalda.
- Claro, el jefe mencionó que eras de pocas palabras- continuó el chico de cabellera verde- de cualquier forma, suerte en tu primer día y su cuentas con alguna duda acude a mi- amablemente se acomodó su gorra como última parte del "uniforme laboral".

Las campanas de viento suenan cada vez que alguna persona se convierte en cliente listo para tomar un café, un postre, un almuerzo o simplemente una tranquila charla entre amigas o compañeros con nada más que un vaso de agua o té helado.
- Buen día, puedo tomar su orden?- Ib tenía su voz clara pero la vista baja a su libreta pues por dentro estaba muy avergonzada.
- Un amargo café por favor- pidió aquella persona no con muchos ánimos.
Ib asintió aunque parecía intrigada por el aspecto y sentir de ese tipo, una bebida tan amarga en un día prometedor, qué es lo que habría pasado con él? Qué le habría hecho borrar esa sonrisa que antes de amanecer aún conservaba. Posiblemente ese trago caliente y amargo haga olvidar lo salado del llanto y lo dulce de los recuerdos. Y sí, Ib miraba como el cliente disfrutaba de ese café amargo, aquella relamida de labios decía mucho.

Dos días después Ib se encargaba del aseo de las extensas y sucias ventanas del local, con un roseador que expulsaba gotas provenientes de un líquido azul y algunas hojas del periódico de hace dos semanas atrás. Rara la casualidad es, que al dar una pasada más con aquel pedazo gris con letras de probablemente una sección de deportes; un cuerpo caminante asa frente a ella, una resplandeciente cabellera, un perfil despertando su curiosidad y un atuendo también muy masculino, Ib quedó un poco embobada ante aquella image juvenil de chico, acercándose un poco más al cristal y haciendo parecer que ella se preguntaba, si ya había pasado antes por aquí.

-Ib, tomaré mi descanso, quedas a cargo de la caja- Una de sus compañeras le dejó esa responsabilidad a la cual la de flequillo no podía negarse, así que con un suspiro se cercó a aquella máquina y se dispuso a atender.
Mientras acomodaba lo que había en la barra a lado de la caja registradora un cliente se acercó primero mirando los combos y luego los precios individuales, siempre hace eso aunque siempre pide lo mismo. Solo que las dos semanas anteriores el trabajo en la universidad estaba incrementando.
- Hola buen día, bienvenido, qué desea?- cuando Ib levantó la mirada se topó con ese atractivo chico, solamente su interior pudo escuchar aquel grito que ella sola emitía, se había sorprendido tanto pero intentó disimularlo tomándose de la barra.
- Un, Frappe de café con todo para llevar, ah grande- ordenó sacando su billetera.
- Para llevar... claro, mmh son, 25.50- le era un poco difícil pues contenía el aire, sentía que si no lo hacía probablemente tartamudearía. Primero decoró el baso con algunos arcos finos formados por el chocolate líquido de un contenedor, luego vino la mezcla del hielo molido con sabor a café y un cafe suave como tono, arriba una dulce capa de crema batida con punta al final y por ultimo chocolate del mismo sobre esta capa blanca. Una tapa y un popote de color rojo.
- Gracias- dijo el chico.
En ese momento dos cosas fueron ciertas. La primera: Ryusei se quedó con el dinero exacto del Frappe y la segunda: Ese chico se fue con una delicia en la mano y tal vez con la atención de aquella cajera temporal.

- Uuff-
Al llegar a casa me dejé caer en la cama, me sentía torpe puesto que empezaba a verme como aquellas niñas de 12 o 13 años, que se enamoran a primera vista y llegan a casa pensando en esa misma persona, pero... no significa que yo esté enamorada, es atractivo. Y YA! No hay más, no puede.

Pero la casualidad puede ser una bitch.

MI NIÑERO GARRYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora