Capítulo II

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Jimin contempló el cielo, nubes grises lo cubrían sin ningún ánimo de llover aún al parecer.

Abrió la pequeña y alargada puerta de su casillero, ignorando como siempre las miradas para nada disimuladas y los murmullos que lo rodeaban.

Cogiendo un cuaderno la cerró nuevamente y comenzó a caminar por los pasillos. La mayoría se mantenían alejados de su persona.

—Hey, putito. —pero como siempre, había un grupo de imbéciles que nunca se cansaban.

Ignorándolos, el pelirrojo pasó por su lado, sin dedicarle siquiera una mirada. No malgastaría su tiempo.

—Te he hablado —gruñó el alfa, deteniéndolo de su antebrazo.

Jimin observó con una expresión controlada su brazo, y el agarre que mantenían en este.

—Suéltame. —ordenó sin importarle como los murmullos aumentaban.

—Omega bastardo, a mí no me hablas así —vociferó molesto, apretando más el agarre.

Jimin suspiro cansado, como si no le importa en lo más mínimo la dolorosa presión que ejercían sobre su antebrazo, y, a decir verdad, era así.

—Ve a hacer un show con tus amigos a otro lado —ordena y tiró de su brazo, saliendo de aquel fuerte agarre.

Observó las marcas de dedos en su brazo, su piel era delicada y con el mínimo toque, quedaba marcada justo como ahora.

El alfa contrario se puso rojo de rabia. El timbre sonó y el omega se fue sin importarle nada a su aula. Ignorando las amenazas que le gritaba el contrario.

Se acomodó al final de la sala, al lado de la ventana. Se quedó en silencio mientras las demás personas iban adentrándose, volviendo a observar por la ventana, como si viera algo más allá.

Namjoon suspiró mientras descendía del cielo, observando a su señor recargado contra un árbol, observando fijamente a una ventana en específico.

—Sigue obsesionado con el rojito —susurró Taehyung llegando a su lado, dejando de molestar a las ardillas en el árbol.

—Hizo un contrato con él, tarde o temprano tendrá que acercarse para ver los términos.

—¿No lo sienten? —interrumpió Suga sin importarle que hablaran sobre él como si no estuviera ahí.

—¿Qué cosa jefecito? —pregunto interesado Taehyung, llegando rápidamente a su lado.

—Ese dulce aroma, es manzana, dulce y jugosa manzana roja.

—Manzana del pecado, de traición y placer —intervino el alto, parándose al otro lado del pelinegro.

Taehyung relamió sus labios, deseoso de probar aquella fruta tan sabrosa para ellos.

—Suga... Yo...

—Ve —ordenó sin dejar de ver al pelirrojo.

Sonriendo, Taehyung desplegó sus alas negras y desapareció. A lo lejos, se vio dentro del aula donde estaba Jimin.

—¿Qué más? —preguntó suspicaz Namjoon.

—En la semana que lo he estado vigilando... Más de una vez sentí que me observaba y escuchaba.

—Cosa imposible, los ojos de los humanos son, al parecer, ciego tanto a los Ángeles como a los demonios —respondió el contrario, cruzando sus brazos contra su pecho.

Suga sonrió ladino, estaba seguro de que aquellos ojos negros se posaron sobre él más de una vez mientras lo seguía en silencio.

Ambos quedaron en silencio, observando la travesura del demonio faltante.

El Omega del DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora