Capítulo VI

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Jimin se sobresaltó y maldijo cuando al entrar en su habitación, Suga se reflejó repentinamente en el espejo frente su cama.

El de pelo negro relamió sus labios observando toda la altura de Jimin cubierto solamente de cintura para abajo con una toalla rodeando esta. Deteniendo sus ojos en lugares como las clavículas marcadas, los pequeños y redondeados pezones rosados oscuro, en el firme y plano pecho, el torso con suaves rasgo de abdominales, seguido del pequeño ombligo hacia abajo. Hizo un mohín al encontrarse con la toalla que le obstruía la vista de abajo.

La piel semi bronceada, como un suave caramelo, brillaba por las gotas de agua recorriéndolo desde su cuello.

—Mm... El sexo definitivamente será importante entre los dos —dijo mordiendo su labio inferior.

—Eso no va a suceder por que no voy a pedirte nada, Suga —blanqueo sus ojos.

—Me encanta como suena mi nombre de tus labios, es sexy —Jimin gimió frustrado, hablar con el demonio era como hablarle a una pared.

Suga no le escuchaba, solo escucha lo que quería oír, si es que oía a los demás en primer lugar.

—¿Qué quieres? Ya te dije que no te iba a pedir nada por el supuesto contrato —dijo colocándose un bóxer bajo su toalla, ignorando aquellos penetrantes ojos a través de su espejo.

—Vamos a salir.

—¿Vas a salir? —pregunto alzando una ceja.

—No. Vamos a salir. Los dos. —aclaró acercándose y desapareciendo de los ojos bicolor—. Te enseñaré lo divertido que es estar a mi lado.

—Mira Luci —recalca—... No sé que tramas pero no iré a ningún lado —pronunció parándose frente al espejo con sus lentes de contacto—. ¡Santa mierda! No aparezcas así de repente —gruño al reflejo que estaba a su lado.

—Yo ya estaba aquí —sonríe—. Ahora, colócate el resto de tu ropa si no quieres que te lleve así a dónde vamos.

—Creo haberte escuchado decir que no puedes tocar a los humanos, ¿cómo piensas hacerlo? —su tono era burlón mientras pestañeaba varias veces para acostumbrarse al lente de contacto en su ojo derecho, ocultando el color azul.

—No tengo que necesariamente tocarte para hacerlo —se aleja—. Y ahora, nos vamos.

Chasqueo sus dedos ignorando los gritos de Jimin.

—La puta madre, podrías haberme dicho que también podías vestirme mientras hacías esa cosa rara —se quejó el pelirrojo observando su ropa. Un pantalón de cuero negro que moldeaban sus piernas, zapatos estilo militar y una chaqueta encima de una camiseta.

—No preguntaste —se encogió de hombros, saliendo del callejón en el que aparecieron.

—¡Aquí! ¡Aquí! —llamaba el demonio de sonrisa simétrica mientras daba pequeños saltos y alzaba sus brazos.

Jimin solo seguía las voces, al no ver espejos en los que se pudieran reflejar, no podía ver a los demonios.

—Te ves bien manzanita —halago Namjoon recorriendo el cuerpo de Jimin, haciéndole estremecer aunque no lo demostrara.

Sorprendiendo a los otros no humanos, Suga gruño y se paró al lado de Jimin.

—Te diría lo mismo pero no te veo y no creo de todas formas que te veas bien —respondió Jimin seguido de un suspiro aburrido—. ¿Y dónde estámos?

Pregunto observando a su alrededor, prácticamente a ojos de otras personas Jimin estaba solo, y para el pelirrojo era igual siendo que no podía ver a los contrarios.

El Omega del DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora