Capítulo XIV

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Taehyung observó al edificio frente a él, luego como su conejito entraba sin su hermano. Una sonrisa surco en los labios del demonio.

—Por fin solo conejito —susurro emocionado, desapareciendo.

Jungkook estiró su labio inferior mientras las metálicas puertas del ascensor se abrían frente a él dando vista al pasillo de su departamento.

Estaba intrigado por saber lo que el Arcángel Minho deseaba de su hermano. Debería de ser algo importante como para ir a buscarle personalmente luego del trabajo.

Cuando cruzó la puerta de su departamento, se paralizó por unos segundos al ver al demonio que le había estado siguiendo en medio de su sala.

¿Qué hace aquí? Se preguntó volviendo a actuar normal para no levantar sospechas pero ya era demasiado tarde, el demonio se había dado cuenta de aquel interesante detalle.

—¿Sabes que hueles a cerezas? —pregunto Taehyung siguiendo el cuerpo de su conejito trasladarse hasta su cocina, no sin antes quitarse sus zapatillas dejándolas en la entrada al igual que su mochila.

Jungkook apretó sus labios cuando le dio la espalda al demonio, abriendo la puerta del refrigerador sacó la caja de leche achocolatada.

—¿Como te verías desnudo? —siguió hablando Taehyung, observando como el castaño claro comenzaba a tomar leche directo de la caja—. ¿Como te verías desnudo, arriba mío, saltando sobre mi miembro, follándote a ti mismo? —pregunto lujurioso, con voz más ronca de lo normal.

Jungkook se ahogó escupiendo la leche, con el dorso de su mano se limpió su boca, tratando de ignorar aquella risa y el calor que subía hasta sus mejillas.

El demonio lo había dicho a propósito, estaba usándolo para su propia diversión.

Con mucha fuerza de voluntad ignoro al demonio y se dirigió a su habitación. Sintiendo como el demonio le seguía a su espalda, pisándole los talones.

—Tengo unas ganas de morder tu trasero y tocar tus muslos —susurro en su oído, estremeciéndolo.

Cuando la puerta se cerró, el demonio lo empujó contra la puerta y lo enjauló con su cuerpo.

—Sé que me ves —declaró seguro, estando peligrosamente cerca del rostro de Jungkook.

—Debo de estar mareado... —susurro Jungkook, tratando firmemente de mantener su papel.

Taehyung sonrió, y no espero más. La fuerza con la que besaba al castaño claro fue algo que lo aturdió hasta a él mismo, no sabía que lo deseaba tanto hasta que lo tocó.

Jungkook abrió de más sus ojos y colocó sus manos sobre el pecho del demonio, empujándolo con toda su fuerza no humana. Taehyung resistió moviéndose solo unos centímetros.

—¿Qué...? —pero fue lo que necesito el demonio.

Taehyung volvió arremeter hacia él, introduciendo su lengua para recorrer aquella cavidad y robarle hasta el último suspiro al castaño claro.

—No sé qué eres o quién eres, pero te advierto de que ya eres mío —declaró Taehyung, relamiendo sus labios antes de volver a besarlo con la misma fuerza y la misma intensidad.

Aquella húmeda boca inexperta era dulce y adictiva.

Y le encantaba.

Y le encantaba

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El Omega del DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora