Capítulo XXI

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Jin ingresó a su departamento decidido. Encontraría esa biblioteca por su amigo y descubriría lo que le ocultaban.

—¿Jungkook? —llamó sintiéndose mal por haber tardado tanto en llegar cuando el menor se sentía mal.

Sin esperar respuesta paso por la cocina tomando un vaso de agua y luego el sobre que le había dado Minnie.

Abriéndo suavemente la puerta, se preocupó al no ver al castaño claro en su habitación. El sonido de agua cayendo inundaba toda la habitación.

Extrañado dejó todo sobre el escritorio y entró sin pensar en la ducha. Gritó asustado cuando vio a su hermano sentado en el suelo de la ducha, abrazando sus piernas a la vez que escondía su cabeza, el agua helada cayendo sobre su cuerpo.

—¡Por Dios kookie! ¡¿En qué piensas al hacer algo así?! —exclamó mientras cortaba el agua y cubría rápidamente el desnudo cuerpo tembloroso con una toalla.

Rápidamente pasó sus manos por la espalda sobre la toalla, intentando darle un poco de calor antes de moverlo.

—¿Kookie? Kookie háblame, por favor —rogó preocupado, tomando otra toalla para cubrirlo bien antes de levantarlo entre sus brazos y llevarlo de vuelta a la habitación.

Jungkook reaccionó cuando su cuerpo comenzó a entrar en calor, extrañado alzó su cabeza y enfocó en su hermano. Jin le observaba preocupado mientras lo rodeaba con sus brazos, arrastrándolo a su cuerpo mientras buscaba darle más calor.

Sucio, aún se sentía sucio.

Aún después de haber estado horas bajo el agua helada de la ducha, se seguía sintiendo sucio por lo que el demonio le hizo a su cuerpo.

Sus ojos se aguaron en decepción con él mismo al recordar lo que había pasado en la cocina horas atrás. Sentía odio, odio por que a pesar de saber que estaba mal... Lo disfrutó.

Pecar. Estuvo a punto de pecar. Y eso era un delito, era malo.

—Por favor kookie, dime qué sucede —volvió a preguntar con voz dulce y suave el omega contrario.

—N-nada... —tartamudeo por el frío aún en su cuerpo.

No podía decirle a Jin, no podía decirle lo que pasó, lo que le hicieron y cómo se sintió al respecto.

—No creeré eso, Jungkook —insistió firme.

El nombrado mordió su labio inferior. No, no le diría algo así.

—So-solo pensé... Que el agua a-ayudaria. —mintió acercándose más al cuerpo contrario, buscando calor.

No, Jin no le creyó pero decidió guardar silencio hasta que el menor decidiera decirle.

—Bien —respondió tomando la cobija sobre la cama para rodear el cuerpo del tembloroso Ángel.

Espero pacientemente hasta que dejara de temblar.

—Iré a preparar algo de comer, una sopa caliente estaría bien para ti.

—No me dejes solo —rogó con miedo a que volviera aparecer aquel demonio de belleza fría.

—Solo iré a la cocina, kookie —le sonrió suavemente.

—Por favor... —rogó tratando de ocultar su miedo.

Jin torció su boca pero aun así no dijo nada.

—Bien, ¿por qué no te vistes y vamos los dos juntos a la cocina? —preguntó dándole una solución.

El menor asintió con su cabeza y comenzó a vestirse frente al Ángel contrario, de repente sintiendo pudor al hacerlo

Jin rió suavemente por aquello y le dio la espalda. A veces la inocencia del menor era algo agradable y reconfortante. Aunque según Jimin los dos eran ingenuos e inocentes.

El Omega del DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora