Capítulo XVI

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Jimin salió de su clase, pensativo, ignorando las miradas de los demás y los murmullos más fuerte que antes, y sabía por qué, era porque no se quiso colocar sus lentes de contacto.

Pero su cabeza no estaba para eso en este momento, ni siquiera en Suga. Solo estaba el extraño episodio en el autobús, recordando vagamente que anteriormente se había repetido, esa vez fue en el baño de su trabajo y fue más confuso que esta vez.

Necesitaba respuestas y sabía que a las únicas personas que podría acudir eran precisamente a las que no perdonaba aún.

Mastico su labio inferior hasta que finalmente tomó una decisión, cambio de rumbo hacia al campus de la Universidad y se sentó bajo un árbol.

Estiró sus piernas y observó el cielo, esperando. Sabía que pronto saldrían.

Y no se equivocó.

Jin observó por costumbre al árbol en el que solía pasar tiempo con el pelirrojo Omega. Se detuvo y restregó sus ojos.

—Kookie —llamó tironeándolo de su camiseta.

El castaño claro se detuvo y observó en la misma dirección que Jin, repitiendo el mismo proceso.

—¿Ese es Minnie? —pregunto entusiasmado, pero con miedo de que no fuera verdad.

—Yo lo veo como él... —murmura avanzando un paso—. Mira, nos está mirando —anuncio feliz.

—Vamos, tenemos que ir, nos está llamando —señaló Jungkook, observando como Jimin solo hizo un movimiento de mano y la volvió a recargar contra el césped.

Los dos hermanos corrieron con una gran sonrisa, cuando estuvieron frente al pelirrojo, estrellaron sus rodillas contra el suelo, observando a Jimin ansiosos, haciéndole ojitos de cachorro.

—Tus ojos... —susurro Jungkook, observando los ojos bicolor del pelirrojo.

Jimin les observó durante unos largos minutos en silencio y luego rodó sus ojos.

—Siéntense bien —dijo observando como estaban sentados sobre sus talones, preparados para saltar y correr en cualquier minuto.

Jin y Jungkook se miraron, y luego observaron a Jimin, con algo de miedo se sentaron bien frente al Omega pelirrojo.

—Bien, aún estoy enojado con ustedes —comenzó observándolos, los dos contrarios bajaron sus cabeza, como si sus padres lo hubieran regañado.

—Nosotros...

—Silencio —ordenó y ambos cerraron su boca enseguida—. Bien, como les decía, aún estoy enojado con ustedes, pero... —rasco su nuca, pensando si debería o no hacer esto.

Jin alzó su cabeza y observó a Jimin esperanzado, enseguida le observó también de la misma manera Jungkook. Ahora que se daba el tiempo para observarlos detalladamente era que se daba cuenta de las ojeras ocultas con maquillaje.

—Les daré una oportunidad —dijo finalmente, sin pensarlo más.

Enseguida ambos suspiraron con alivio.

—Gracias, gracias, gracias —comenzaron a susurrar.

—Pero, hay una condición —dijo callándolos.

—Claro, lo que quieras —dijo Jin.

—Tu solo dilo, Minnie —confirmó el castaño claro con una sonrisa similar al de un conejo.

—... No más secretos —ordenó observándolos fijamente.

—¿Qué? —de pronto, el rostro de Jin perdió color.

El Omega del DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora