Capítulo XXVII

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Suga atravesó la habitación irrumpiendo en esta.

—Algo está mal con Cerberus —anunció deteniéndose al medio de la habitación.

Jin dejó de leer el libro entre sus manos y observó al demonio de cabello negro.

—¿Con Cerberus te refieres a ese ser mitológico de tres cabezas? —pregunto curioso.

—Silencio, hablo con el inválido —callo alzando una mano en su dirección, pero sus ojos seguían sobre Namjoon.

Jin rodó sus ojos y decidió proseguir con su lectura.

Namjoon dejó de lado su libro también y observó a Suga, alzando una ceja.

—¿Por qué algo debería de estar mal con ese animal? Desde que llegaste al inframundo que no le ha pasado nada.

—Porque estuvo jugando con Jimin hasta hace unos diez minutos antes de que le obligara ir a la cama —señalo claramente conmocionado por ello.

—¿Y eso qué tiene de malo? —pregunto Jin.

—Silencio —volvió a hacerle callar sin verle.

—Eso, no puede ser verdad —señalo Namjoon acomodándose en la cama, haciendo una mueca de dolor.

—No te muevas —regaño Jin tirándole un libro que, afortunadamente no impactó con ninguna parte de su cuerpo—. La herida de la espada sagrada no sanará solo con dos días.

—Lanzarme libros tampoco creo que sea la solución.

—¿Tu herida aún no sana?

—La espada sagrada le atravesó el cuerpo, ¿qué esperas? —Jin dijo con obviedad.

—Ni siquiera el perro loco ese pudo hacer mucho —anuncio Namjoon observándolo fijamente.

Una sonrisa maliciosa se posó en el rostro del pelinegro. Era obvio que la herida del contrato aún no sanaba, pero así también lo era el hecho de que Namjoon había sido herido gravemente anteriormente y le había importado una mierda.

Que ahora se estuviera quejando y chillando como un bebé, algo le decía que el rubio sentado los sofás tenía algo que ver con su comportamiento.

—El otro problema es Jimin —Namjoon dijo cambiando de tema.

—¿Ha recordado algo? —pregunto Jin, acercándose donde los dos demonios conversaban ya sin miedo aparente.

—Otra vez esta esa cosa —señalo exasperado—. Jimin olvidó algo importante que los arcángeles saben y lo usan a su conveniencia, también es algo que ellos no quieren que Jimin recuerde.

Jin miró a Namjoon mordiendo su labio inferior, este disimuladamente negó con su cabeza.

—Tienes que darme permiso para salir de aquí —pidió el rubio logrando que Namjoon le observara mal.

—¿Por qué haría eso? Puede que haya dicho que son unos invitados a los demás demonios para que no los mataran, pero eso no significa que lo son, porque no lo son —aclaró.

El Omega del DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora