Capítulo XXIV

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—¡NOO! —grito Jinki, en su mano apareció la espada que había estado sosteniendo Jimin.

—¡Namjoon! —grito Jin al ver como la espada atravesaba el cuerpo del demonio.

—Recuperalo, el no puede ni debe recordar nada. —ordenó retirando la espada, observando como un pasmado Suga recibía entre sus brazos a Jimin, aferrándose con fuerza a su cuerpo.

Jin voló inmediatamente al lado de Namjoon, observando preocupado la herida en su abdomen.

—Oye, no toques a mi conejito —ordenó Taehyung deteniendo al otro Arcángel que se abalanzaba sobre Jungkook al estar frente a Suga y Jimin.

—Nos vamos —ordenó Suga, se hecho hacia atrás cuando Jinki apareció frente a él, justo en el momento en el que intentó tocar las hermosas alas de Jimin.

—Esas alas ya no le pertenecen, devuélvemelas —Jinki dijo alzando su mano con la espada.

—En tu putos sueños —gruño chasqueando los dedos.

Jinki gruño en enojo y frustración cuando los tres demonios y los dos Ángeles traidores desaparecieron.

—Padre no estará muy feliz por fallar en esta misión —dijo despreocupado el otro Arcángel.

—Ya me tienes harto, Jongin. ¿Crees que no me di cuenta de que apenas peleaste con ese impuro?

—Mis órdenes fueron bajar y traer las alas de Jimin junto a la espada sagrada, nada de ayudarte y obedecerte en todo —respondió sonriente—. Te recuerdo que estamos en el mismo rango, no eres superior a mí.

—Ya veremos que dice padre —el Arcángel contrario rodó sus ojos despreocupado.

—¿Dónde estamos? —pregunto Jungkook observando curioso a su alrededor, sin separarse de Jin mientras lo ayudaba a cargar a un inconsciente Namjoon

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—¿Dónde estamos? —pregunto Jungkook observando curioso a su alrededor, sin separarse de Jin mientras lo ayudaba a cargar a un inconsciente Namjoon.

—Bienvenidos al inframundo. —anuncio con orgullo Taehyung, expandiendo sus brazos hacia los lados.

Jungkook le observó brevemente antes de volver a ignorarlo y observar a Jimin, quien seguía inconsciente en los brazos del pelinegro.

Taehyung estiró su labio inferior en un puchero al ver aquello.

—Nosotros no podemos estar aquí —pronunció con pesar Jin.

—Ordenare a los otros demonios que no los toquen, serán como una especie de invitados hasta que Jimin despierte y me cuente qué fue lo de ahí arriba.

—No creo que él recuerde... Ehh...

—Dime Suga —ordenó comenzando a caminar—. Tae, llevalos a la habitación de Nam.

—¿La de su casa o la del castillo? —preguntó inclinando ligeramente su cabeza.

—Castillo, los quiero cerca —pronunció mientras seguía su camino, sin importar que los demás demonios le observaran curiosos—. Dá la orden de que todos estén alerta a cualquier intruso y llama de vuelta a esas personas.

El Omega del DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora