Capítulo IV

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Suga ató los cordones de los zapatos de un cliente, solo con un movimiento de dedos.

El chico cayó estrepitosamente al suelo derramando su café y lanzando lejos su sándwich.

El demonio rió sentado arriba del mesón en que las personas se acercaban para pagar, ajenos a su presencia excepto para un pelirrojo que lo había estado ignorando totalmente desde que llegaron a la cafetería en la que trabajaba.

Aburrido, el pelinegro no encontró nada mejor que comenzar a molestar a los clientes, causándole más trabajo a Jimin al tener que estar limpiando constantemente, siguiendo la orden de su jefe.

—¿Quieres dejar ya de provocarme más trabajo? —se quejó mientras murmura entre dientes, con la cabeza agacha para que nadie le viera.

Suga se bajó de un salto y alzó una ceja, observando hacía Jimin.

—Así que, ahora me hablas —preguntó fastidiado, resentido.

Jimin no podía evitar comparar la personalidad del supuesto diablo con la de un niño malcriado de cinco años en busca de llamar la atención.

Suspirando terminó de limpiar y fue a la parte trasera de la tienda, sabiendo que Suga le seguiría se metió al baño y encendió la luz.

El demonio apareció a su espalda de brazos cruzados. Observándolo.

—¿Qué te pasa? —pregunto en un gruñido bajo.

—Estaba aburrido —se encogió de hombros.

—Pues ve con tus dos amigos y vayan a hacer travesuras por ahí —se quejó.

—Tienes razón —sonrió y Jimin entrecerró sus ojos, pensando que era demasiado bueno para ser verdad—. Les diré que vengan.

Jimin golpeó su frente con su mano, frustrado, sabía que aquello solo significaba más trabajo y tal vez problemas.

—Solo... Evita que me corran del trabajo —ordenó saliendo del baño.

Suga espero afuera de la tienda silbando, observando de vez en cuando a Jimin para hacerle caras. Sonreía cada vez que el pelirrojo lograba verle y le blanqueaba los ojos fastidiado.

—¿Qué haces? —pregunto Namjoon ocultando sus alas, observando en la misma dirección que su jefe.

—Molesto a Jimin, es bastante entretenido —contestó volteando a verlo.

Namjoon alzó una ceja, tenía una respuesta bastante obvia pero algo le decía que no era en este caso.

Taehyung llegó unos segundos después, creando una gran corriente con el latido de sus alas que hizo temblar ligeramente el ventanal.

—Hola Suga —saludo animado mientras sus alas se retraen—. ¿Qué estamos haciendo aquí?

—Manzanas me ha estado ignorando así que estoy aburrido, además ya tengo otra víctima con la cual jugaremos muy bien —sonríe malvado, contagiando a los otros dos no humanos.

—¿Manzanas? Ah, tu juguete. Pero Suga, él no nos puede ver ni escuchar así que obviamente te va a ignorar —explicó observando al nombrado.

—Ahí están mal —pronunció llamando la atención de los dos contrarios—. Jimin si puede escucharme y verme aunque no directamente, ve mi reflejo —explicó sonriendo.

Al escuchar aquello, Taehyung se apegó al ventanal de golpe, provocando otra vibración en este que llamó la atención de los clientes. Empezó hacer caras y muecas raras con su rostro pegado al vidrio pero Jimin pasaba de él.

El Omega del DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora