Capítulo XVIII

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Jungkook abrió sus ojos celestes y los cerró enseguida, gimiendo de dolor y deseando no haber despertado.  

Jin entró en su habitación, su expresión no mucho mejor que la del castaño claro.

—Kookie, ¿vas a ir a la Universidad o a trabajar? —preguntó suavemente, corriendo las cortinas para que el sol no se filtrara en la habitación.

—No... Me duele... —gimió tapándose su cabeza con las cobijas.

—Bueno, eso te pasa por tomar más de la mitad —regaño suavemente—. Era la primera vez que tomabamos y aunque sólo fue un vaso y de algo suave como la cerveza, según Minnie, quizás no debimos tomar más de un sorbo.

—No más... Cerveza mala... —gruño estirando su labio inferior en un puchero que el rubio no pudo ver.

Jin sonrió y negó con su cabeza.

—Si, debimos haberla probado con nuestros verdaderos cuerpos, así no nos afectaría pero como la probamos en los cuerpo débiles de los humanos —suspira—. Tal vez si dejas tu cuerpo humano se te pase.

Jungkook lo pensó unos segundos y asintió con su cabeza, sentándose en la cama se saco su collar y cerró sus ojos concentrándose en su verdadera forma. Jadeo de dolor cuando su dolor de cabeza aumentó.

—No... Duele —se recostó en su cama nuevamente.

—Iré a trabajar con Minnie, le preguntaré si hay algo para quitar este dolor y te lo vendré a dejar, tal vez te mejores antes de que tu horario en la Universidad comience —dijo tratando de ser positivo.

—¿A ti no te duele? —preguntó con un tierno puchero.

—Lo mío es más una molestia que un dolor, dolor, como el tuyo —respondió yendo a la puerta—. Vuelve a dormir, te dejaré el desayuno en la cocina por si quieres más tarde.

—Gracias —susurro cerrando sus ojos, volviendo a quedarse dormido.

El departamento estaba completamente en silencio, horas más tarde el Ángel despertó con su garganta seca. 

Algo adormilado se levantó y salió de su habitación hacia la cocina, abrió la puerta del refrigerador y sacó un zumo sabor durazno. Bostezando sacó un vaso y virtió el líquido en el vaso. Con un suspiro comenzó a tomar del zumo sin abrir del todo sus ojos aún.

—Pobre de ti, que dejes que te toquen otros otra vez —gruño aquella fuerte y grave voz a su espalda.

Jungkook se ahogó tragando rápidamente el zumo en su boca, tomó una gran cantidad de oxígeno para sus pulmones y dio media vuelta.

Aquel hermoso demonio le observaba con expresión seria, sus cejas juntas mostrando algo de su furia.

—¿De-de qué hablas? —pregunto asustado, retrocediendo un paso.

Taehyung rió escandalosamente, en un parpadeo estaba sobre el castaño claro, enjaulandolo con la isla a su espalda y sus brazos a su alrededor. No había ningún signo de diversión en su rostro.

—No te hagas el tonto, te vi ayer en la noche —vociferó enojado, en un tono bajo.

—Y-Yo... Y-Yo...

—Yo, yo, yo ¿quéno puedes decir algo más que eso? —pregunto burlón.

Jungkook mordió su labio inferior cuando lo sintió temblar, sentía de pronto tantas ganas de llorar.

—Aww... Mi conejito quiere llorar —se siguió burlando el demonio, inclinándose más hacia adelante—. Te dije que eras mío, no puedes dejar que nadie te toque, mi pequeño Ángel —gruño observandolo fijamente.

El Omega del DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora