Harry Styles.
La premier de Dunkirk en Nueva York había salido bien. Mi hermana cumplió su palabra y me acompaño esta vez, lo cual me hacía bastante feliz. Así que en general todo había estado perfecto, exceptuando que Hannah no fue con nosotros.
Se negó completamente a asistir. Creo que con el estreno en Londres fue suficiente exposición social para ella y es algo que totalmente respetaba.
No obstante, si me había acompañado a la gran manzana. Asi que en cuanto el evento terminó vine directo al hotel, donde mi linda castaña se había quedado al cuidado de Samantha.
Hablando de la pelinegra, no habíamos tenido ningún problema con ella durante este corto tiempo que ha estado con nosotros. Siempre se le mostraba atenta y amable ante todo.
Sin embargo, conocía mucho a mi novia para saber que Samantha no era totalmente de su agrado. Por más que yo le preguntara al respecto o ella no mostrase directamente desagrado ante la pelinegra, yo sabía que había algo que no le agradaba de ella.
Así que aunque me lo niegue le dejé saber que si había algo que le molestara lo podíamos cambiar de inmediato, porque ella y su bienestar estaba por encima de todo en mi vida.
Cuando llego a la habitación, Samantha me recibe con emoción, como de costumbre, y luego de compartir un par de palabras se retira de la habitación, así dejándola libre de trabajo por hoy.
Yo por otra parte, tomé un baño rápido y fui directo a la cama con Hannah.
Pensaba en dormirme, pues había sido un día bastante movido, pero nos pusimos a platicar y luego el sueño se desvaneció.
—¿Aquí está la mariposa?— pregunta con una sonrisa. Sujeto nuevamente su mano y ayudo a contornear la forma del tatuaje en mi abdomen.
La tenía sentada en mi regazo, con solo una camisa mía y su ropa interior puesta.
Es de conocimiento que Hannah tenía una fascinación por recorrer mi piel, pero ahora tenía una nuevo pasatiempo con esta. Lleva días en que me pide que le ayude encontrar mis tatuajes. Se los quería memorizar, cosa que creía imposible, pero hasta ahora ya logro encontrar la cruz, la rosa y los tatuajes de mi pecho por su propia cuenta. Y claro, la mariposa. Pero esta es bastante grande y ella quería que sus dedos cubrieran todo el espacio.
Así que, aquí me tenía guiándola en mi piel. Sensación que en parte me estaba matando.
Llevábamos bastante tiempo desde que comenzamos a convivir y desde entonces el tacto ha sido de lo primordial en nosotros. Vivíamos con las manos puestas sobre el otro, pero jamás habíamos llegado a nada sexual. Nada más que un beso pasado de tono, pero hasta ahí.
Estaba acostumbrado a su tacto y más que aveces prenderme las hormonas, me dejaban otro tipo de sensación, como tocar el cielo de la forma más pura posible.
Adoraba tenerla así, con mi camisa cubriendo su pequeños cuerpo, sus pechos siendo expuestos por la transparencia de esta y sus hermosas piernas acaparando las mías.
Por lo cual, no estaba volviéndome loco por tener ese tipo de contacto, porque la conexión y el amor que tenía con ella me era más que suficiente.
La razón por la que estaba hablando de todo esto, era para dejar a entender que todo pasaría cuando solamente ella quiera y se sienta preparada. Y para volver al punto principal; el porque me estaba matando en parte tenerla así sentada.
Hannah podía parecer un ángel, el más dulce y puro de todos, cosa que estaba más que acertada, pero cuando quería podía fácilmente poner el mundo de cabeza por cierta soltura que se guardaba la mayor parte del tiempo.