Harry Styles
Los días iban pasando tan rápido que pronto se hicieron varias semanas desde mi regreso a Inglaterra y vaya que las hemos pasado haciendo tantas cosas.
Los arreglos del cuarto de la bebé, compras de ropa para ella y Hannah que cada vez todo se iba haciendo más pequeño para su cuerpo, arreglos de muestra casa que cada vez sentía más como hogar.
También hemos estado asistiendo a clases de preparto, y debo decir que creo haber estado disfrutandolas más que Hannah.
Yo estaba inmerso con todo los ejercicios y consejos que la instructora compartía, y Hannah se ponía de mal genio diciendo que las demás mamá me veían mucho, cosa que me causaba mucha gracia.
El mal genio se le pasa rápido cuando la llenaba de besos y abrazos. No obstante, el embarazo ya estaba resultandole muy pesado. Casi ocho meses dolían físicamente y la admiraba enormemente por el esfuerzo que hace cada día.
La doctora había dicho que era muy probable que la bebé naciera antes de las cuarentas semanas exactas pero, todo iba bien así que si eso sucedia la probabilidad de algun riesgo era bastante baja.
Estoy ansioso, emocionado, nervioso y feliz, sobre todo.
—Dame la otra pierna.— Hannah cambia de pierna y la pone sobre el borde de la bañera, me dedico a pasar la esponja sobre esta. Su barriga está tan grande que ya no es capaz de llegar a sus pies o ver debajo.
Sus pies están un poco inflamados así que la masajeo por un rato y se relaja completamente.
—Gracias.— me dice con una pequeña sonrisa. La ayudo a meter su pierna de nuevo a la bañera.
Me enderezo y me muevo hasta llegar donde tiene su cabeza recostada, asi colocandome de nuevo en cunclias. Le acomodo algunos mechones mientras ella tiene los ojos entrecerrados. Vuelvo a tomar la esponja y la paso por su pecho, subiendo luego a sus clavículas y cuello.
Al terminar dejo la esponja en el agua y llevo mi mano hasta su barriga que sobre del agua. Me causa tanta ternura.
—Hann.— la llamo. Ella abre los ojos y me sonríe ligeramente.
—¿Si?
—Sé que estas disfrutando tu baño, amor. Pero recuerda que tendremos un viajar un par de horas en auto y no quiero que se nos haga tarde.— se sostiene de los costados de la bañera para darse impulso y lograr sentarse, en lo cual ayudé, sosteniendola de la espalda.
—¿Aún no me dirás donde iremos?— me dice con un puchero.
—No. Y tus ojitos lindos no lograrán convencerme de lo contrario.— se ríe de mi comentario y suspira.
—Ya veo que mis ojitos no funcionan par persuadirte.— dice con dramatismo lo que me hace reír.
—Estas equivocada. No sabes el trabajo que me esta costando, señorita. Así que dejarme darte esta sorpresa ¿si?— ella asiente enternecida y me acerco a besarle la mejilla.
Me pongo de pie y luego la sujeto de la espalda para darle soporte cuando se levanta de la bañera. De igual forma la ayudo cuando sale para que no se resbale y dejarla estable sobre la alfombra.
Agarro las toallas que están a un lado, le entrego una de estas y yo me muevo atrás de ella para secarle el cabello con la otra toalla. Paso la toalla por su cabello varias veces hasta que logró secarlo todo.
Cuando termino ella se ha enrollado la toalla al cuerpo y nos movemos hasta el tocador donde agarro su a crema de peina, me echo un poco en la mano y luego la hunto por partes.
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