Quédate con quien te quiera rota, que entera te quiere cualquiera.
Noelia Fernández
No recuerdo haber corrido tanto en mi vida, los pulmones me quemaban a cada zancada que daba, los músculos me gritaban que parase, pero mi corazón me empujaba hacia ella.
Tendida en el suelo con los ojos muy abiertos y la garganta sacando sangre profusamente estaba mi mejor amiga y hermana. Me arrodillé sin saber que hacer, rasgué mi vestido y taponé la herida mientras pedía a gritos una ayuda que sabía que no encontraría en esa sala.
—No, no, no... tú no, tú no...
Luca estaba dirigiendo a toda su unidad a gritos mientras nos miraba. Una lágrima pareció verse en sus ojos, pero poco me importaba ya.
—¡La ambulancia está de camino! —se oyó desde el fondo.
—Te pondrás bien cariño, ¿a quién se le ocurre ser mi protectora?
Sólo a ella, sólo ella se marcaría un punto enorme y blando en la espalda por mí. Sólo las hermanas de verdad, aquellas que al verte, saben ya qué pasa, pero preguntan por cortesía.
Y es lo que vi en sus ojos, cuando dejó de moverse en mis brazos y una débil sonrisa intentó aparecer en sus labios.
Y en aquel instante morí por tercera vez: La primera cuando perdí a Rafael, la segunda cuando perdí a mi precioso bebé y la tercera estaba ocurriendo en ese mismo instante.
Pero no desaparecía yo, si no ellos. Esa era la mayor cruel tortura por la que a alguien le puedes hacer pasar.
Noté movimiento a mi alrededor, la ambulancia no venía, pero la gente curiosa sí. Cogí la pistola que tenía en el suelo y me levanté sin saber que decir.
Vi a todos levantando los brazos y eché un último vistazo a mi Lolo. Su pelo ya no era rubio y sólo veía rojo.
Apunté hacia dos desconocidos que querían acercarse y saqué el seguro.
—No os acerquéis ni la toquéis un pelo o tendré que pegaros un puto tiro en la cara.
Entonces vi a Alessandro, con la mano estirada y los ojos rojos acercándose a mí cuidadosamente.
—Brenda, dame la pistola.
Su voz, se oía hueca, ¿o era yo?
Ladeé la cabeza sin apartar la vista de sus ojos y disparé.
La única persona que no dijo nada en aquella sala, fui yo.
Los gritos de Teresa se oían por toda la sala, pero a mí poco me importaba. Lo único que veía eran esos ojos oscuros como el ónice mirándome.
ESTÁS LEYENDO
No te enamores del Zar [WATTYS 2019]
Любовные романыUn club nocturno, varias mujeres, un hombre misterioso y una elegida. Para los desconocidos soy Scarleth, para el Zar algo más que una mera puta. Tenemos un pacto, un contrato que va más allá de la ley. Las personas que más brillan vienen a esconder...