Claroscuros

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Es mil veces mejor hacer negocios con el demonio que con el hombre. Con el primero sabes a que enfrentarte, con el segundo te enfrentas sin saber.

Scarleth

Hoy era el día en el que saldría de las sombras. La llamada esperada por fin había sido realizada, una tercera persona había concretado la cita para conocer al otro socio del negocio en persona.

Una sonrisa se dibujó en mi cara al pensar en la cara que se le pondría al verme aparecer.

El reflejo del espejo del baño me devolvió la sonrisa. Había pasado una semana desde la pequeña tregua con el Zar. Ahora la bandera blanca se cambiaba por una negra, como la noche en la que ambos éramos dueños y señores. 

Cogí la barra de labios roja y repasé mis labios con cuidado de no salirme hasta que quedé satisfecha. Me había vestido con una falda plisada negra hasta las rodillas y una blusa azulada a juego con mis ojos.

  —Que empiece la guerra —me dije al salir de casa con todos los documentos hacia el taxi que me esperaba en la puerta rumbo a mi nuevo destino.

Entré y le di la dirección al conductor. Una llamada desvió mi atención.

—Lolo, ¿pasa algo? —pregunté asustada.

Araña había despertado del coma, pero no recordaba absolutamente nada de lo ocurrido. Luca había puesto agentes en el hospital por si volvía a suceder algo parecido y le había hecho una oferta de comenzar una nueva vida lejos de toda esta mierda, pero para nuestra sorpresa no aceptó por más que le insistimos.

—¿Es que no puedo desearte suerte para la negociación? —respondió por la otra línea mi protectora malhumorada favorita.

Lolo era la única que sabía todo lo que en mi vida se iba tejiendo, pero la única condición era que jamás se metiera. Si caía, lo haría sola.

  —La suerte se crea, Lolo, pero gracias.

—Así me gusta, te enseñé bien.

—Llámame si hay algún cambio con A, no importa la hora ni...

—¿Crees que no puedo cuidar de alguna de vosotras dos? Ahora haz lo que tengas que hacer que esta noche nos vamos a celebrarlo por todo lo alto.    

Sonreí ante la tentativa. Habían sido días muy duros y confusos y si todo salía como esperaba y a Araña le daban el alta, iríamos a celebrarlo en su honor. Pocas veces hemos podido tener buenas noticias en nuestras vidas.

  —Vale, ahora te dejo. 

Colgué a Lolo y miré hacia la verja de barrotes metálicos con ornamentos que protegía la casa del Zar. 

Jugaba con ventaja y eso hizo que me llenara de seguridad. Yo sabía con quién iba a tratar, pero él no.

 Yo sabía con quién iba a tratar, pero él no

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No te enamores del Zar [WATTYS 2019]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora