Corazón astillado

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Creí haber visto a un pequeño demonio que me decía que mis actos me llevarían al infierno.

Cuál fue mi sorpresa, pensé que ya estaba en él. 

Brenda


  Estaba completamente paralizada

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  Estaba completamente paralizada. Sentía que si movía un sólo músculo de mi cuerpo, iba a romperme en mil pedazos.

Mi mente iba a ponerse del revés. No podía comprender nada, ya no podía asimilar más información. Estaba al borde del colapso.

Miré a Araña y vi cómo sus ojos tomaban un matiz más cálido pese a toda la situación y el dolor que estaba seguramente sintiendo por el balazo recibido.

—Buena chica.

Esas fueron las palabras que sonaron por el altavoz mientras seguía apuntando a Araña con la pistola.

  —Está muerta, podemos ser felices   —contestó Araña lo más normal posible. 

Una risotada de escuchó de parte de la voz masculina. El ambiente se podía cortar con un cuchillo sin a penas esfuerzo y tuve que dar un empujón con el pie a Araña para que continuara hablando, pero ésta me paró un segundo.

  —Quedamos en el puente de siempre en una hora. Trae pruebas y me lo cuentas todo. 

—Allí me tendrás.

La llamada se cortó y el silencio comenzó a gritar, mas nadie habló ni se movió en lo que se me antojó una eternidad.

Al final me armé de valor una vez más y dejando la pistola a un lado, me acerqué a Araña. Mis ojos enrojecidos por el cansancio y las lágrimas no derramadas hacían que todos mis sentimientos se agolparan en mi cuello.

Tenía ganas de gritar hasta quedarme sin voz y de llorar hasta quedarme sin agua en el cuerpo.

  —¿Hace cuánto que estás con Diablo, Araña?

Ésta, se limitó a hundir la cara entre sus rodillas y llorar. 

Todo tomó sentido en mi cabeza, tan rápido, que no entendí cómo no lo pude ver antes. Estuvo frente a mí, todo el tiempo y yo me limité a cegarme.

Diablo me rescató de una muerte segura y me dio cobijo en su hotel. Trabajaba para clientes selectos, pero jamás fui tocada por nadie sentimentalmente hasta que llegó Rafael. Mi corazón de hielo se fue derritiendo, día tras día.

Semana tras semana.

Él lo veía todo y no me quería perder ni como activo en su empresa, ni como hombre posesivo que era. Yo era suya.

Me senté un momento por el torbellino de emociones y recuerdos. Él estaba la noche que Rafael me pidió que nos fuéramos, lo sabía y cuando me fui y pensé que me había tomado el pelo, fue Diablo quién estuvo allí para recordarme que no había futuro.

No te enamores del Zar [WATTYS 2019]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora