Narrador primera persona.
- ¿De acuerdo, quiénes me buscan? –Pregunté una vez fuera de mi habitación.
Aún no podía borrar la sonrisa de mi rostro, me sentía tan feliz y exaltada por la pelea de almohadas que habíamos tenido adentro.
Grace se notaba nerviosa, cosa que me hizo borrar la sonrisa; se podía sentir la tensión en el aire, algo no andaba bien.
- ¿Qué sucede? –Pregunté siguiéndola escaleras abajo.
- Sé amable, por favor –Pidió de la nada.
- Lo seré si me explicas la situación –Pisé el siguiente escalón y casi tropiezo.
- Si lo hago probablemente no serás gentil o amable, y ellos han venido desde muy lejos para verte –Murmuró.
Esperen… ¿Ellos? ¿Muy lejos? Oh no…
- No lo haré sin ella –Dejé de avanzar y Grace se volteó a verme, solo faltaban unos cuantos escalones más para llegar al piso.
- Ella está en camino, ya le he informado de esto –Me tranquilizó.
- Bueno, entonces no los veré sin Julian –Me crucé de brazos.
- ¿Y él que tiene que ver en todo esto? –Frunció el ceño.
- Es mi novio, me sentiré más cómoda con él –Intenté no sonar desesperada, pero en serio, ya sabía la situación, no quería ver a esas personas sin alguien a mi lado que me sostuviera emocionalmente.
- Yo estaré allí, ¿No te sientes cómoda conmigo? –Me reclamó celosa.
- Si me siento cómoda contigo Grace, pero no con ellos…también necesito a Julian –Dije esto último en un tono suplicante.
- De acuerdo, llámalo –Cedió fastidiada.
Corrí nuevamente escaleras arriba y de golpe abrí la puerta de mi habitación asustando a todos.
- ¿Qué sucede? –Preguntó Jenny .Pude ver como sus sonrisas se borraron a causa de la expresión en mi rostro.
- Necesito a Julian, por favor –Nos miramos por unos segundos y luego el caminó hacia mí.
- ¿Qué sucede? –Volvió a preguntar Jenny.
- Hay problemas, luego les diré mejor .Se los pido…quédense aquí por favor, no bajen –Cerré la puerta una vez que Julian y yo estábamos fuera de la habitación.
- A mí sí me dirás lo que sucede, ¿Cierto? –Me tomó de la mano y entrelazó sus dedos con los míos.
- Mi padre... –Me contuve para no perder la compostura y largarme a llorar –Él está aquí y con su otra familia –Sentí el apretón de manos que me dio Julian.
- Todo saldrá bien –Me abrazó y besó mi frente.
- No lo sé Juli, no lo conozco, no sé quién es –Apoyé mi cabeza en su pecho.
- ¡Ori, tu madre está aquí! –Gritó Grace desde el piso de abajo.
- Vamos –Me dijo Julian, solamente pude asentir.
Ambos bajamos las escaleras tomados de la mano, podía sentir como los latidos de mi corazón se aceleraban, otra vez volvía ese nudo en la garganta y el dolor en la boca del estómago, sin darme cuenta comencé a temblar y sentí como mis piernas flaqueaban.
- Ori, amor, tranquila –Julian tomó mi rostro y me besó.
Oh por dios, esos labios, esos maravillosos labios .Sin duda alguna, no había nada mejor que besar a Julian, sus besos eran tan dulces y encantadores, eran lo suficientemente maravillosos como para hacerme olvidar de todo por unos segundos; cuando lo besaba no existía un ‘nosotros y el mundo’, solamente éramos ‘nosotros’.
Nos separamos y le regalé una sonrisa, él solamente besó mi nariz y me sonrió también .Lo amaba.
Caminamos hasta la sala, pude distinguir a mi madre de espaldas, estaba acompañada de otras cinco personas; entre ellas Grace, un hombre bastante guapo de unos cuarenta y cinco años, una mujer bella y rubia a su lado, un muchacho aparentemente de mi edad también rubio y de unos ojos azules profundos, y una muchacha idéntica al varón del mismo color de pelos y ojos .Sí, familia Sabatini, no me caían bien .Los quería fuera de mi casa en ese momento.
- Hola cielo –Mi madre se levantó y me abrazó .Podía sentirla tan nerviosa como yo.
La sala estaba compuesta por un juego de sillones blancos de piel sintética que formaban un rectángulo, con una bonita mesa de decoración en medio de ellos y la televisión de pared al lado de unos ventanales cubiertos por unas cortinas .Podía distinguir cada nombre con solo ver a las personas que tenía en frente; la mujer con esa sonrisa aparentemente amable era Carolina Ardohain, oh sí, siendo o no actriz no la conocía, y obviamente no me agradaba; el hombre guapo a pesar de los años con la sonrisa de comercial era el hombre que ayudó a engendrarme, no era nada más para mí; los críos esos solamente eran producto de una ‘segunda vez’, porque si bien la primera vez de Osvaldo se echó a perder al abandonarnos a mi madre y a mí, era obvio que la segunda vez quiso arreglar las cosas en una oportunidad con Carolina .’No son nadie’ me obligué a recordármelo en mi mente .Presté más atención hacia los mellizos que tenía en frente; Antonella, que nombre más patético, es decir, ‘Antonella Sabatini’, hasta su nombre tenía pinta de mercancía de estrella pop; y Matias, era guapo…sí, era idéntico a la hermana…sí, tenía apariencia de arrogante y engreído…obviamente que sí.
- Sé lo más dura posible cariño, di lo que sientas –Me susurró en el oído .Amaba a esa mujer, de verdad.
- Claro que sí –Le sonreí.