-¡Oriana!, ya llegaste -Corrió Grace a abrazarme.
Grace era una señora de unos 45 años de edad, tenía
el pelo de color café oscuro y unos ojos de un color
celeste cielo totalmente hermosos; más de una vez había imaginado a Grace de adolescente, una mujer
hermosa .Ella siempre estuvo presente en mi vida,
desde las reuniones de padres en prescolar hasta
ahora en último año en preparatoria... Lo sé, sé que
dije que tenía dieciséis, pero dentro de una semana
cumplo diecisiete. De alguna forma u otra Grace había llenado ese vacío
que dejaba mi madre siempre, era como una madre
para mi, un ejemplo a seguir, mi motivación para
seguir día a día luchando con esta adicción que
tengo... esta maldita adicción.
- ¡Nana! -Le correspondí el abrazo cariñosamente. - ¿Cómo te fue? -Preguntó llevándome a la cocina,
donde seguramente tenía algo para comer.
- Bien, supongo -Hice una mueca al ver que había
preparado demasiada comida.
- ¿Supones? -Me miró confundida -¿Te hizo algo?,
¿Intentó inyectarte endorfina o algo así? -Preguntó tocando mi rostro.
- No, nada de eso -Sonreí -Madison es muy buena -
Me sinceré.
- ¿Madison? Ahora tuteas a tu psicóloga -Se burló
Grace, puesto a que yo había maldecido como mil
demonios a los psicólogos. - Claro que no -Bufé molesta.
- O sea que son amigas -Continuó afirmando su
teoría.
- ¡Hey!, que sea buena no significa que me agrade o
que seamos amigas -Mantuve mi postura anterior.
- Como digas, cielo -Volvió a su vista a la pasta que estaba cocinando -Hice pasta, sé que te encanta -