- Sé que te gusta, se te nota –Dije contenta.
- Apenas la conozco, es imposible –Dijo Pablo acompañado de una sonora carcajada.
- A ella también le gustas –Sonreí pícaramente.
- No lo creo –Negó riendo.
- Vamos Pablito, al menos inténtalo –Insistí.
- No hay nada con tu amiga, ¿De acuerdo? –Se notaba tenso y nervioso, cosa que me parecía totalmente tierno.
- ¡No lo niegues! –Sonreí.
- No lo niego Ori, pero es que… la chica es de Australia –Comenzó a jugar con una lapicera, dando claros indicios de que estaba nervioso.
- Tienen una química increíble Pablo, son perfectos –Le quité la lapicera.
- Es imposible –Sonrió de una forma encantadora.
- Quizá suene a cliché, pero…hace bastante tiempo que no veo una sonrisa pura en el rostro de Jenny –Tomé sus manos –Tan solo inténtalo Pablo, por favor –Él sonrió.
- Quizá lo haga –Hizo una pequeña pausa y me miró fijo –Si tu me cuentas que hay entre Julian y tú –Mi mirada se tornó seria.
- No hay nada entre Julian y yo, absolutamente nada –Corregí.
- Sé que tienen algo, vamos cuéntame –Palmeó mi hombro.
- Nada serio Pablo, nos estamos conociendo –Me encogí de hombros.
- ¿Sabes? –Mi atención se concentró completamente en él –Sé lo que se siente tener miedo al compromiso –Me regaló una de sus hermosas sonrisas.
- ¿De qué hablas? –Arqueé una ceja.
- Sabes a lo que me refiero –Me guiñó el ojo.
- No Pablo, no lo sé –Me tensé un poco.
- ¡Pablo, ven aquí! –Lo llamó uno de sus amigos y él desapareció al instante.
No entendía muy bien a ese chico, era impredecible .Y algo que me ponía nerviosa era esa impotente mirada que no te dejaba adivinar lo que pensaba, era como una mirada neutra y calma con sus pupilas algo dilatadas .Sabía que Pablo había pasado por los peores problemas del mundo, pero sin duda a la hora de hablar de Jenny sus ojos se iluminaban como dos faros en el medio de la oscura noche .Se gustaban, lo sabía.
- Es raro verte por aquí –Escuché una voz detrás de mi.
- Lo sé, es mi primera vez –Sonreí a la castaña que se mostraba amable.
- ¿Te llamas Oriana, no? –Ocupó el asiento en el que estaba Pablo.
- Exacto –Sonreí.
- Es un placer, soy Candela –Me tendió la mano.
- El placer es mutuo Candela –Tomé su mano en forma de saludo.
- Graciosa, me agradas –Sonrió.
- Tengo un humor infinito –Ambas soltamos una pequeña carcajada.
- ¡Hey!, me encanta –Señaló el tatuaje en dedo índice –‘Be different’, que profundo –Bromeó.
- Es para darme ánimos –Me encogí de hombros.
- Bueno Oriana, ¿Por qué estás aquí? –Se cruzó de brazos.
- Ya sabes, golpeé a Sabrina Roos –Solté una carcajada.
- ¡Qué problemática! –Bromeó ella.
- Lo sé, no te me acerques, estoy loca –Le seguí el juego.
- Cumpliste el sueño de mucha gente –Palmeó mi hombro amistosamente.
- ¿Tu crees? Creo que se lo merecía –Ella asintió.
- Estoy de acuerdo, pero Sabrina es intocable –Tenía razón.
- Bueno, mi puño tocó su cara .Creo que ya no es del todo intocable –Ella soltó una sonora carcajada.
- Esto es tan raro –Dejó de sonreír.
- ¿Qué cosa? –Pregunté.
- La gente me tiene miedo, ¿Por qué tú no lo haces? –Me miró fijo.
- Candela, la gente dice muchas cosas –La miré –Pero eso no prueba que sean del todo ciertas –Ella sonrió nuevamente, era una chica tan dulce.
- Tienes razón –El timbre sonó, detención había terminado.
- Te veo el próximo sábado -Tomé mi mochila .Ella asintió sonriendo.