Capítulo 16: Sanando heridas

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Salieron de la casa sin avisarle a Paula, y bajaron rumbo a la costa a través de la hierba verde y tierna que había antes de llegar a la fina arena dorada. Todo sin apresurarse pues el estado de Denise no le daba para andar caminando rápido, ni mucho menos corriendo, aunque ganas tenía al ver el espacio tan abierto y vasto del litoral.

-Cuéntame sin rodeos, Caleb...

-Tu padre no me está pagando por esto, Denise –le interrumpió mientras iba mirando como sus pies se enterraban en la arena.

-Quiero que sepas que entiendo si lo haces, no quiero hacer drama de esto.

-La mayoría de las veces, lo que me gusta lo hago gratis y ésta es una de esas veces.

-A mi papá no lo vi muy contento sabiendo que venías tú, si no te está pagando ¿lo estás chantajeando? ¿es eso? ¿sabes algo de él?

-No, él sólo actúa así, para aspirar respeto y procurar que no me pase de listo contigo, es lo que hacen los padres como el tuyo para sentir que tienen el control...aunque en el fondo sepan que no es así. –platicaba con tranquilidad, de manos en los bolsillos mientras se escuchaban algunas gaviotas a lo lejos.

-Bueno, confiaré en tu palabra –respondió de forma pacífica, reacción que le resultaba extraña para Caleb, pues que se viera tan confiada frente a sus dichos no se daba todos los días.

La chica cesó de caminar e inspiró profundamente, llenando sus pulmones de la brisa que llegaba desde las aguas. Era una sensación exquisita que le inflaba el pecho y callaba su dolor por unos instantes, sintiéndose revitalizada, mientras que Caleb por su parte, simplemente la observaba meditativo, de una manera que no lo había hecho antes con nadie. Sentía que se veía muy distinta, no sólo por su apariencia, sino también por su actitud de sosiego, que reflejaba una combinación de especial delicadeza y sencillez, sencillez de la que se estaba volviendo aficionado. Conocer a Denise y pasar tiempo con ella, lo ha influenciado de una forma insidiosa. Su simpleza lo estaba llevando lentamente a navegar por extrañas aguas que no conocía en absoluto.

-Vamos a mojarnos un poco –el chico tomó su mano y la llevó hasta la orilla.

-Momento –dijo ella, antes de tocar el agua con sus pies –Me quitaré las sandalias, no las quiero empapar –Denise se soltó de su agarre, para desabrocharse su calzado, pero Caleb se adelantó y se preocupó él mismo de quitárselas con sumo cuidado –No, no es necesario que...-decía nerviosa, sin embargo, el chico ya se encontraba de rodilla, sacándole la sandalia.

-El otro pie, mi lady –agregó él con una sonrisa cálida en el rostro, buscando la mirada de la joven, en tanto que una Denise consentida le hizo caso al instante, dudando si la acción que había tomado el chico era de caballerosidad o mera lástima por lo convaleciente que se encontraba.

A medida que Caleb se iba incorporando, observaba el aspecto de la chica de pies a cabeza, en ella afloró esa vieja sensación de que tenía rayos equis en sus ojos que siempre buscaban ver más allá. El joven también se quitó el calzado y junto con las sandalias de Denise, las lanzó a un par de metros hacia la arena seca.

La chica tomó su vestido con la mano que tenía libre, y se fue adentrando en la húmeda arenilla, que era la antesala del agua que venía a ratos con una especie de picardía, que parecía querer mojarlos apropósitos, como si tuviera mente propia. Denise lo único que hizo fue avanzar hasta que sus pies fueron besados por el agua, de una manera filosa pero suave al mismo tiempo, provocándole ese típico grito ahogado, por lo fría y refrescante que le resultaba para su piel.

Después de un rato, Caleb parecía un niño viéndose tan concentrado chapoteando agua a los alrededores. La chica se acercó a sus espaldas y lo salpicó mojando casi toda su ropa playera. Él se dio la media vuelta y se dirigió a Denise, con una sonrisa maliciosa plantada en su rostro. La chica presintió que se le avecinaba una broma el doble de peor, por lo que se vio juguetonamente arrepentida y comenzó a retroceder a medida que el chico se le aproximaba.

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