Caleb manejaba la camioneta con prisa, mientras llevaba a Julio en los asientos traseros. Cada minuto que pasaba, el herido perdía más y más sangre. Zeta aceleró aún más luego de doblar en la siguiente esquina.
Llegando al edificio se lo llevó al departamento. Abrió la puerta y caminó rápido hasta su habitación, sin embargo, se frenó; había algo en el aire que se respiraba distinto. Una especie de inquietud, de caos. Vio que la puerta de su cuarto estaba entre abierta, cuestión contraria a cómo recuerda haberla dejado.
Con Julio aun en sus brazos, abrió de una patada por completo la puerta de su habitación. Lo dejó encima de su cama, buscaba la llave para abrir la sala de operaciones que puede echarle una mano milagrosa al padre de John.
Al abrirla se encontró con aquel caos que había percibido en el aire cuando entró al departamento. Los monitores tenían sus pantallas rotas, la mesa de cirugía estaba destruida, los brazos robóticos se encontraban fragmentados en varios pedazos, nada más quedaba uno que colgaba de sus circuitos, haciendo cortes eléctricos. Incluso se dieron el tiempo para romper los cristales que transformaban la mesa en una cápsula hermética. Sin mencionar los tanques de oxígenos, que los dejaron abiertos para que se fugara todo su contenido.
Zeta le dio mucha impotencia, la situación parecía que se iba de las manos. Procuró conservar la calma e ir a los cajones por algún insumo que le pueda servir a Julio. No había vendas, ni inyecciones de emergencia, nada, todo estaba saqueado y arruinado.
─Mierda...─articuló el muchacho encolerizado. Salió de la sala y de la habitación a zancadas rápidas. Lo único que le quedaba de poca utilidad eran los parches cicatrizantes que estaban en los muebles del baño. Podría sanar la parte externas de las heridas de Julio, pero seguiría habiendo una hemorragia interna y por otra parte, si pretendía sacarle las balas, podría desencadenar un sangrado mucho mayor que empeoraría la situación. Todas aquellas opciones le jugaban en contra de una u otra manera.
Por eso por tanto tiempo, sintió una abismante indiferencia por la gente común, ya que no podía tolerar el hecho de que fueran tan frágiles. La organización siempre se los inculcó; de que los demás eran un problema, pero también un rentable negocio del que se podía sacar mucho provecho, porque siempre iban a requerir de protección, pero a partir de ese auxilio que brindaban, también había un riesgo latente que coexistía: Los lazos. Por ello, era fundamental que se mantuvieran las distancias, con el objetivo de no fraternizar y que nada ni nadie los hiciera flaquear en sus convicciones.
Finalmente, Caleb sacó una camisa de su closet y se la pasó a Julio para que pudiera detener el paso de la sangre.
─¿Por qué...me trajo has... hasta aquí? ─le preguntó el herido en voz baja y con dificultad
─Pensé que podía salvarte
─Es una lástima ─añadió Julio tristemente, con un aspecto de demacrado que iba en un inminente aumento.
─Vamos, iremos al hospital ─deliberó, sin las intenciones de rendirse tan fácilmente. Lo cargó de nuevo y salieron del departamento tan rápido como pudo.
Volvieron al subterráneo por la camioneta. En breve ya iban a una cuadra de distancia del edificio, tomando otra vez la velocidad necesaria para poder llegar a tiempo al hospital.
─Mi pobre John ─sollozaba Julio, recostado en los asientos traseros.
─Tranquilo...
─Necesito que me prometa algo...
─No soy bueno prometiendo cosas ─le interrumpió, sospechando hacia donde iba la conversación.
─No le pediré que cuide de mi hijo...─tragaba con dificultad la poca saliva que le quedaba en su boca ─ Pero necesito que él pueda quedar en buenas manos ¿Podrá hacer eso por mí? Entienda, le hablo en mi desesperación.
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El Desafío
ActionSegunda parte de "La traceur" Después de un año, Denise vuelve a embarcarse en el misterio...recuerdos olvidados que han comenzado a tocar su puerta y que la obligarán a cuestionar todo lo que creía saber de su pasado, pero deberá tomar el camino la...