Capítulo 32: Exhumación

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La detective siguió la camioneta roja por las calles de Johannesburgo manteniendo las indicaciones que se le habían dado. Se dirigieron a un suburbio que ella había visitado hace medio año atrás cuando se produjo un homicidio frustrado, producido por dos bandas de narcotraficantes que disputaban su territorio. Se estacionó unos metros atrás del vehículo de Caleb. Ella se bajó de su auto permaneciendo introspectiva.

─¿Todo bien? –le preguntó el chico, que le esperaba en el frontis del pequeño edificio.

─Debe pensar que estás en la cuna de los bandidos –dijo Robin a Caleb, manteniendo su mirada en ella.

─No creo que se aleje mucho de la realidad, lo que acabas de decir – contestó Karen.

─No, pero esta vez te tocará ver la cara más amable de este lugar –agregó Robinson, conduciéndola adentro del edificio, junto con Caleb.

Ella iba en silencio subiendo las escaleras detrás de los dos jóvenes. Sus pensamientos habían pasado a ser presa de contradicciones en su cabeza. Aunque iba aceptando cada indicación que le daban los chicos, su consciencia le daba sermones en su mente. Cuando Caleb volteó a verla mientras llegaban al tercer piso, la encontró sacudiendo su cabeza en una negativa.

─Tranquila Hobbs ¿Tienes miedo?

─No le tengo miedo al peligro, sino al error de confiar en ustedes.

─Te invito a pasar –le dijo Bongani, abriendo la puerta del departamento.

Aquel departamento inusualmente remodelado, desentonaba con la precariedad que se mostraba en los pasillos y el edificio completo. A Hobbs le pareció extraño, en su mente detectivesca fácilmente podría sospechar que allí entraba dinero de dudosa reputación.

─No es lo que piensa Detective –Kevin apareció estirando su mano para saludarla.

─¿Y qué es lo que pienso según usted?- ella le miró fijamente, respondiendo el saludo y estrechándose de manos. Kevin solo le dio una sonrisa a su pregunta. A pesar de todo a Hobbs le pareció encantador aquel joven.

─Soy Kevin

─Un gusto –dijo ella.

Caleb se dirigió a Denise, que se encontraba detrás del mesón de la cocina, preparando café con Lucas.

─Am...¿Tú nombre es Lucas cierto? –le consultó Caleb.

─Sí, ese es mi nombre

─Bien Lucas...necesito que ahora te vayas.

─¿Qué? –pestañeó rápido, viéndose ofuscado y mirando tanto a Denise como a Zeta -Pero ayudé a organizar esta junta.

─Y muchas gracias, te lo agradezco, pero ¿Cuántos años tienes? –le preguntó Caleb.

─Tengo quince años.

─Definitivamente tienes que irte

─Denise no es mucho mayor que yo y va a estar presente

─De seguro a Denise no la involucraríamos en esto, pero ella tiene el problema, es algo inevitable... en cambio lo tuyo se puede evitar.

─Lucas. Caleb tiene razón, no es bueno que tú participes de esto, es por tu bien.

­─Pero yo soy del grupo –protestó Lucas.

─Sí pero de pk, y esto no es de esas típicas juntas que tienen.

Hubo un momento de silencio en que todos pusieron su atención en Lucas. Él se molestó con lo que le había dicho y de seguro con lo mudos que estaban los demás, no faltaban explicaciones para que supiera que también estaban de acuerdo con Caleb.

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