Capítulo 31: "La voz"

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El sonido era insistente, apenas había pasado un día y ya tenía más de once llamadas perdidas. A la hora de almuerzo la detective Hobbs venía de haber comprado comida china en un restaurant que visita con frecuencia. Al entrar a su auto, el celular que tenía dentro de la guantera vibraba una vez más. Ella no interrumpía por nada del mundo su almuerzo, así que se dispuso a comer dentro de su auto sin mayores remordimientos. Cuando ya había aplacado su apetito, consideró por primera vez en el día contestar, pero solo para frenar el acoso y posteriormente apagar el teléfono. Abrió la guantera y lo destapó:

-Mira hombre de... incógnito, yo no voy a seguir tu juego –le contestó ella con indiferencia.

-Desearía que fuese solo un juego de niños todo este plan, pero no lo es.

-Escúchame bien, cuando yo le ofrecí ayuda a Denise, fue para que pudiéramos resolver el caso de su intoxicación en el laboratorio, nada más ¿Te queda claro? Así que después de que corte esta llamada no te molestes en volver a insistir porque apagaré esta chatarra que me obsequiaron

-Creo que la intoxicación de Denise, fue hecha por quien secuestró a sus amigas –hubo un silencio que Hobbs no pudo romper, ya que su mente se sintió contrariada -¿No lo habías pensado?

-Necesitas evidencia o testigos para plantear algo así...

-Conozco a quien contrataron para hacerlo – la detective quedó en un silencio meditabundo. Le creía un poco, pero no podía dejar de pensar que tal vez estaba ocupando el caso como excusa con el fin de conseguir solo la ayuda que necesitaban.

-No puedo creerte –deliberó finalmente –Ni siquiera te he visto. No voy a andar por la vida obedeciendo la voz de una persona que no he visto, de hecho es hasta ridículo –la detective escuchó un bufido en la línea.

-Por algo contestaste la llamada, Karen. Hubieras podido apagar el teléfono sin darme ninguna explicación.

-De dónde supiste mi nombre –le reclamó, como si acabase de escuchar un insulto dirigido a ella.

-De tus tarjetas

-En mis tarjetas solo está mi apellido –su voz sonaba molesta. Odiaba que supieran de ella, más de lo que dejaba sacar a luz. Como detective siempre era muy cuidadosa con esos temas.

-Bueno, solo sé algunas cosas de ti, como por ejemplo que tienes un auto blanco con una pequeña abolladura en la puerta del copiloto y que hace poco estabas comiendo dentro de él, devorándote unos camarones con unos palillos.

-Me puedo dar cuenta que tienes una gran capacidad de indagación, no cualquiera sabe mi nombre y se pone a espiarme-comentó extrañada mirando por las ventanas –No veo que necesites mi ayuda.

-La investigación que hay que hacer va más a allá de consultar bases de datos o seguirte en un día de trabajo, eso lo puede hacer cualquiera. Lo que necesito de ti es que puedas llegar a la persona que está haciendo mover los hilos en esta serie de eventos.

-Estoy absolutamente convencida de que podrás descubrirlo por tu propia cuenta.

-Puedo, pero no debo.

-¿Por qué?

-Es un tema complicado Hobbs, si tú supieras todo el rollo –aquel hombre parecía sonreír desde el otro lado de la línea, pero con una sonrisa apagada, de esas que surgen cuando uno se ríe de su propia desgracia.

-No me digas que eres uno de ellos –inquirió con sospechas.

-Primer tiro y ya le has pegado en el blanco –respondió la voz recuperando el tono juguetón. Karen estaba pensando de manera rápida, deduciendo en velocidad récord como pocas veces se lo permitía. Su naturaleza indagatoria estaba engatusándola hacia ese mundo aparte que le contaba la "voz". Si se daba la licencia de depositar una poca de confianza en él quizás podría obtener pistas.

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