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Kat y yo salimos muy temprano en la mañana. Su abuelo sugirió que me llevara uno de sus autos, esta vez frente a Kat, diciendo que se quedaría más tranquilo porque sus yantas estaban más acostumbradas a esta carretera, pero antes de que yo muy amablemente le dijera que se fuera a la mierda, Kat respondió por mi.

—¿Qué dices? El monstruo de Harry es completamente seguro.

Los dejé solos antes de irnos para que tuvieran algo de privacidad para despedirse. Eso y que jodidamente quería golpear algo.

Ahora que llegamos aparco frente a las residencias, son las ocho de la mañana y Kat está muy cansada para ir a clases, así que arrastro su culo cargado hasta su habitación. Se que el que nos vieran entrar así después de un fin de semana juntos puede disparar la imaginación de muchos idiotas de aquí, pero igual lo hago.

—¿Te quedas un rato? —me pregunta cuando empiezo a desamarrarle las botas marrones. Gracias a Dios Becca no está aquí, porque probablemente nos hubiera arrojado algo de vernos entrar con los zapatos puestos. Se quita los lentes y los coloca al lado de su cama.

—Kat... —se porqué lo hace, ella no quiere que regrese a casa.

—Estás muy cansado para conducir otras dos horas. Anda, toma la siesta conmigo.

Me siento como un marica cuando mi pecho se acelera con esas palabras. Sin decir algo me quito mis propios zapatos y los arrojo a la cesta junto a la puerta. Cierro las cortinas de la ventana para que no nos moleste la luz y me recuesto a su lado. En silencio, Kat me deja entrar bajo la cobija.

—Creo que voy a cortar todas esas malditas almohadas—rompo el silencio cuando ella instala una entre nosotros.

—Estoy tan cansada que ni siquiera puedo mantener los ojos abiertos−me dice bajito.

—Te dije que durmieras en el camino—sobre su rostro cae un mechón de cabello e intento ser todo lo delicado que puedo para quitarselo y colocarlo detrás de su oreja, pero no retiro mi mano.

—Me gustan tus pecas—confieso después de un rato y ella sonríe mostrandome sus blancos dientes—. Son horribles, pero me gustan.

—Gracias—se echa a reír y cierra los ojos cuando comienzo a pasar mi pulgar sobre esas pequeñas manchas sobre sus pómulos—. A mi me gusta tu nariz.

—¿mí nariz?

—Parece un triángulo—se ríe.

—Claro que no.

—Si, mira—ella abre sus ojos a duras penas y pasa su dedo índice trazando la figura geométrica sobre mi tabique.

—Me estás creando complejos—digo cuando me doy cuenta de que tiene razón.

—No lo hagas, me gusta.

Me quedo en silencio observándola. Observando la situación en general. Observando mi mano sobre oreja mientras mi pulgar no deja de pasarse tranquilamente sobre sus mejillas. Observo su mano ahora acariciando mi barbilla y posteriormente mis labios. Me observo a mi como un ser externo, presenciando a dos chicos acostados en una misma cama acurrucados bajo una cobija con una puta almohada separándolos. La voz maligna que ha controlado mi vida desde que tengo uso de razón me pide que me aleje ahora, que diga algo hiriente y que la aparte de mi, pero logro controlarla. Por primera vez, estoy dispuesto a darlo todo de mi para conservar esto.

Permíteme conservar esto, por favor.

—¿Me escribirás cuando llegues a casa? —pregunta, y ahora me doy cuenta de lo cerca que nuestras caras están.

Scary Love [HS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora