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En algún momento debí quedarme dormido, pero no por mucho tiempo. Regreso a la conciencia como si hubiese estado en el fondo del mar y de pronto lograra salir: de golpe y sin aire. No recuerdo ningún sueño, ni una pesadilla. Sin embargo, opresión en el pecho y el vacío en el estómago me dejan sin aliento apenas abro los ojos. A esto se refieren con eso de que la realidad golpea.

No necesito estar dormido para sentirme en una puta pesadilla.

Pero, Dios, sus ojos.

Kat me mira desde su lado de la cama y algo me dice que lleva rato haciéndolo. Pero qué idiota, se supone que yo debía quedarme vigilando su sueño, no al revés. Alguien llame a la comisión internacionalidad del romance, aquí tenemos al puto mejor novio del año.

―Cuando duermes tienes la cara de un ángel―su voz me llega en un susurro inestable, como si temiese que alguien más pudiera despertarse en la habitación.

―¿Llevas mucho tiempo despierta? ―me acomodo más cerca de ella, hasta que su cuerpo y el mío están uno frente al otro, apenas separados por medio alfiler.

Ese medio alfiler se siente como todo un maldito kilómetro.

―Arrugas la nariz―ignora mi pregunta y con el dorso de uno de sus dedos acaricia mi tabique. Tiemblo ante el roce―. Es una de las cosas que más me gusta de ti.

―¿Me dormí por mucho rato? Debiste despertarme.

―Y también roncas―el comentario debería sacarnos una sonrisa a ambos, pero no lo hace. Yo la veo preocupado y ella me ve sin emoción alguna.

Kat parece estar dormida en tiempo real. Jamás la había visto igual.

―Pero no lo haces fuerte―advierte―. Es como si estuvieras tarareando una canción.

―¿Quieres que te traiga algo de beber? ¿Tienes hambre?

Ni siquiera sé si ya había cenado antes de venir aquí. Me doy cuenta de que quizás se está muriendo de hambre y yo nunca me percaté de eso. ¿Premio al mejor novio? Deberían abrir un campeonato entero en mi honor.

―A veces dejas escapar suspiros, como si estuvieras completamente entregado a lo que sueñas.

―¿Tienes frío? ¿Quieres que vaya otra cobija?

―Otras veces dices cosas.

―¿Qué cosas?

―Nombres―su mano aparta un rizo que cae sobre mi frente y cierro los ojos ante el tacto. No quiero que deje de tocarme nunca. Cada vez que lo hace todas las luces se encienden en mí―. Casi siempre llamas a alguien.

―¿A quién? ―pregunto, aunque ya sé la respuesta. Sus ojos apagados me responden antes que su voz lo haga.

―A tu papá.

Y solo así, somos aplastados. El peso de sus palabras cae entre nosotros como una estampida de rocas que se desprenden de la montaña. No sabíamos que estábamos en una cueva hasta que hemos hecho mucho ruido. Causamos la explosión. Estamos enterrados.

―La chica de la habitación de al frente tocó a la puerta para avisarme que alguien estaba esperando por mí abajo―su voz me llega a través del ruido de las rocas cayendo―. Dijo que el guardia no lo dejaba pasar y que estaba esperando en el estacionamiento. Me dijo que se había topado con él cuando fue a revisar las luces de su coche. Me dijo que se veía nervioso. Seguramente por la hora.

»Primero creí que era el abuelo―continúa. Yo utilizo linternas para divisarla entre los escombros, pero no llego a verla―. Creí que estaba ahí porque me extrañaba y estaba triste desde que no fui a pasar la navidad con él. Le dije a Becc que me esperara en la habitación porque sabría que me pondría emocional. No me di cuenta de que lo extrañaba tanto hasta que me hice la idea de verle―añade con una sonrisa triste―. Pero mientras bajaba las escaleras pensé que, si se trataba del abuelo, no había forma de que el vigilante le negara el paso. Él mismo me ayudó a subir las maletas cuando me mudé...se presentó con todo el equipo de seguridad del campus. Entonces creí que eras tú.

Scary Love [HS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora