48 -Final.

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Una vez cuando tenía nueve años me corté con un vidrio por accidente. Iba descalzo y corría por la calle con Rick y otros chicos. Jugábamos a la guerra, sosteniendo ramas contra nuestros pechos pretendiendo que eran pistolas. En la emoción del momento, con un pequeñísimo Chris intentando seguir nuestros pasos desenfrenados, no me fijé una botella rota a un lado de la acera y todos los trozos se clavaron en mi pie derecho.

No hubo nadie que hiciera nada al respecto.

Pasé días con cada vidrio incrustado en mi piel, tan solo porque era demasiado cobarde para atreverme a siquiera intentar sacarlos. A pesar de que la infección era evidente y ya casi no podía caminar, nadie vino en mi auxilio. Después de cinco días no pude soportarlo más. Cogí una pinza y entre lágrimas curé yo mismo mis heridas. Recuerdo haber creído que aquel había sido el peor dolor que podría sentir.

Y estaba tan, tan equivocado.

Kathy ha estado en el quirófano por más de una hora.

Pero se siente como si hubiesen pasado años desde que un paramédico la arrancó de mis brazos y determinó que aún respiraba. Se siente como si hubiesen pasado años desde que la subimos a una ambulancia y la trajimos aquí. Se siente como una eternidad desde que estoy aquí, en la sala de espera, con mi corazón latiendo en la mano.

―Aquí tienes, H―Louis me tiende un café, pero no lo acepto―. Vamos, sabes que lo necesitas.

Suspiro y lo tomo. El cartón que cubre el embace no isla el calor lo suficiente, y presiono mi palma fuertemente para que me queme.

―¿Estás seguro de que no quieres comer nada? ―me pregunta en lo que se sienta en la silla junto a mí. Niego con la cabeza―. Deberías comer algo, no sabemos cuánto tiempo estaremos aquí.

A mi otro lado Niall devora un sándwich con la mirada perdida, absorto en la nada―. Francamente no entiendo cómo puedes comer después de todo.

―¿Qué? ―mi voz lo trae de vuelta. Alzo mis cejas hacia su sándwich a medio comer―. Oh, bueno. Mi hambre no va a ayudar a nadie, ¿no?

Le da otro mordisco y vuelve a perder la mirada en lo que sea que esté pensando.

Todos lucimos agotados.

Louis palmea mi espalda un par de veces y ya no insiste que coma algo. Dejo de sostener el café cuando el calor se enfría. No bebo ni una gota antes de colocarlo en el suelo junto a la pata de mi silla.

Grason aparece en mi campo de visión un poco después.

―Harry.

Debería levantarme y estrechar su mano, pero el peso de mis culpas me mantiene derrumbado contra mi asiento.

Grason y Louis comparten una mirada y asienten. Mi amigo se levanta y pasa a sentarse al otro extremo de la fila, al lado de Becca. Grason ocupa la silla junto a mí y por un momento, ninguno de los dos dice nada.

No quiero que sea él el que hable primero, pero aun así lo hace.

―¿Cómo está?

La duda se resbala de sus palabras y me hunden un poco más.

―Aun no han dicho nada―mi voz es hueca cuando respondo.

―Ella estará bien―me asegura, pero ni siquiera hago el intento de creerle.

Había demasiada sangre. Si cierro los ojos todo lo que vería es rojo.

―Se cometieron muchos errores―dice un poco después―. El operativo no estaba planeado, actuamos de acuerdo a las circunstancias.

Scary Love [HS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora