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Fiestas, fiestas, y más fiestas. Apenas puedo recordar mi nombre.

La cantidad de licor que he bebido los últimos siete días tiene que ser ridícula, y creo que Kat tiene razón cuando me dice que el siguiente paso es un coma etílico. Luego de ir al bautizo del pequeño Max juntos, cada quien tomó su camino. Salvo la vez que le di clases de manejo−una pésima, pésima idea que me hizo terminar comprando luces delanteras−no nos hemos visto. Hablar por teléfono se ha vuelto una costumbre ahora, cada noche la llamo, borracho o no, y nos pasamos hasta dos horas hablando estupideces. Ella está metida en sus mierdas de animadores y yo me encuentro demasiado molesto como para permanecer sobrio. Las cosas en casa van mal. Le saqué la mierda a Michael en su residencia, y ahora se está tramitando la orden de alejamiento.

Salgo cada noche con Niall y los chicos, y me salto unas cuantas clases porque muchas veces estoy demasiado ebrio en la mañana como para siquiera poner un pie en el campus. Becca nos frecuenta también, y es que su gran bocota de camionero que puede beber un litro de vodka de un solo trago ya se ha vuelto parte del grupo. Todos los chicos se mueren por ella.

Si tan solo supieran, pienso mientras espero recostado sobre mi camioneta.

Hace dos noches estábamos en alguna fraternidad emborrachándonos hasta la cuba cuando Becca y yo tuvimos un encuentro bastante peculiar. Verán, estaba apunto de mearme encima y el baño no tenía seguro, así que ni de coña esperaba encontrarmela en sostén, enrollándose con otra chica.

—Puedo explicarlo— me dijo depués de que se la otra chica se fuera y ella se se sentara la orilla de la tina, aun en sostén.

—No tienes que hacerlo.

—Si, si tengo. Es Samantha.

—Es...uhmn...linda.

Ella sonrió. Nunca la había visto sonreír así—. Lo es.

Pasó un segundo de silencio. Yo aun quería mear.

—No se lo digas a nadie, ¿vale?

—Vale.

—Ni a Kathy.

—¿Por qué no se lo dices?

—No quiero que cambien las cosas...además, ni siquiera estoy segura de que yo...

—No cambiarían las cosas—respondo—, a Kat no le importaría que fueras lesbiana.

Y en verdad no creía eso, pero aun asi Becca me obligó a mantener la boca cerrada. Era difícil ocultarle algo a Kat.

Pero hoy es su cumpleaños, así que la estoy esperando fuera del gimnasio para llevarla a una pequeña pavada que los chicos organizaron para ella. Louis dijo que debía actuar como si nada pasara.

—Lamento la tardanza—dice cuando por fin sale del edificio. Mierda, que pintas tiene puestas—, estamos preparandonos para los inicios de los juegos.

—La peor época universitaria, si me lo preguntas—abro la puerta del pasajero y como siempre la ayudo a subir.

—−¿no te gusta el futbol americano? —pregunta con una ceja arqueada cuando llego a mi asiento y empiezo a conducir. Ella saca de su bolso una toalla y se saca el sudor del cuello.

Cuando baja hasta sus tetas y mete la mano bajo la tela, me obligo a ver a otro lado.

—No—casi olvido lo que me había preguntado.

—Pero vas a venir a los partidos, ¿cierto?

—Mmm, no creo.

—Harry—me golpea el brazo y me río—. Tienes que venir, aunque sea a verme.

Scary Love [HS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora