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El día después de navidad llevé a Kat al centro comercial. Con todo lo de la investigación, y que ahora que todos tenemos el culo metido en casa de Louis, se había vuelto difícil salir a algún sitio. De hecho, creo que esta era la primera vez que Kat y yo salíamos juntos...como novios.

No hicimos más que pasear por el centro comercial, haciéndonos reir mutuamente y besándonos a cada oportunidad. Comimos en una franquicia de comida rápida y le compré un helado y otro montón de golosinas. Claro que saqué provecho de aquello, dejando que ella comiera todo para luego probar el sabor azucarado de sus labios. Le tomé un montón de fotos y ella tomó un poco más de los dos. Una señora nos sonrió mientras yo hacía girar a Kat a la melodía de la canción que proyectaban en una tienda de sostenes.

En la simpleza de la cosa, me di cuenta de aquel fue el mejor día de toda mi puta vida.

Siempre me había burlado de las parejitas que van por ahí haciendo el tonto en los centros comerciales. Ahora yo era uno de ellos y no podía creer de todo lo que me había estado perdiendo. Es algo que nunca admitiría en voz alta, pero Kat me tenía en la palma de su mano y yo estaba perfectamente bien con eso.

Los días se nos pasaron volando entre películas, siestas y comidas. Y un montón de besos que le robaba aquí y allá. Desde que lo hicimos la primera vez, entre Kat y yo ahora existe una complicidad que me tomó por sorpresa. No creí que pudiéramos compartir más, pero entonces cada roce es más íntimo, cada beso más profundo, cada sonrisa más brillante. Es como, si de algun modo nuevo, ambos perteneciéramos a un mundo que fue creado específicamente para nosotros.

―Voy a decir algo y no te molestarás por ello―anunció una noche mientras preparábamos la cena.

―Gran comienzo.

―Lo digo en serio―me señaló con el cuchillo que tenía en la mano―. No puedes molestarte.

―Vale.

―Y tampoco enloquecerás y comenzarás a destruir cosas. No tienes permitido incendiar la casa―me reí y ella también lo hizo―. Tengo a los bomberos en marcado rápido.

―Bueno saberlo.

Después de estarse callada por un rato, finalmente lo dijo―: Creo que deberías ver a un psicólogo.

Dejé de cortar los vegetales que tenía sobre mi tabla y me quedé quieto por un buen rato. Sabía que ella me miraba atentamente.

―Kat.

―Escucha, Harry, no te lo estoy diciendo en mal rollo. Es sólo que creo que has pasado por demasiadas cosas, y te vendría bien hablarlo con alguien.

―Lo hablo contigo―mi voz sonó frágil mientras por fin la encaraba.

Ella se secó las manos con un paño de cocina y vino corriendo a mí. Encerró mi rostro en sus manos y me sonrió amablemente.

―Lo sé―me besó la punta de la nariz―. Lo sé, Harry, y yo estoy feliz de que lo hagas. Pero necesitas a alguien que pueda darte consejos científicamente comprobados para que puedas estar mejor―apartó el cabello de mi frente y por un momento me sentí como un niño pequeño―. Yo estoy aquí para escucharte, sostener tu mano y besarte hasta que ya no tengas miedo, pero sé que necesitas más que eso. Y creo que tú también lo sabes.

Dejé escapar todo el aire de mis pulmones y me quedé así por rato. Quieto frente a ella, mi mente iba a mil y a cero al mismo tiempo. Sabía que todo esto venía de un buen lugar, ni siquiera estaba molesto. Pero, joder, tampoco podía estar del todo bien con ello.

―Escucha, estás haciendo las cosas bien―levantó mi mentón con su mano fría y buscó mi mirada―. Estás colaborando con la policía para que personas que te han hecho daño paguen. Es arriesgado pero has sido valiente todo este tiempo.En unas semanas todo terminará. Tu padre se irá a la cárcel y ya no tendrás que preocuparte por eso. Pero tienes muchas cosas aquí guardadas, Harry, y hay que ocuparse de eso también.

Scary Love [HS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora