Junté toda la basura que había sacado de mi bolsa y la llevé al bote de basura. Aproveché que estaba sola para poder subir mis pies al escritorio. Quería estar cómoda mientras esperaba mi hora de salida. Me coloqué los audífonos y los conecté al teléfono. Elegí la primera canción que vi y concentré mi atención en la pequeña libreta que estaba sobre el escritorio.
—Le echaré un vistazo para ver si dice algo sobre su dueño—dije completamente segura de que estaba mintiéndome a mí misma, solo tenía curiosidad por saber que había dentro
Miré el cuaderno primero, estudiando su muy peculiar pasta. La textura era algo rasposa, y ahora que había más luz, pude ver con más detalle el material con el que estaba forrada. Era de un verde oscuro y ligeramente brillante, a simple vista se podía apreciar una clase de escamas pequeñas que eran las causantes de la rugosa sensación, asumí que era piel de alguna especie de reptil lo que me hizo pensar que tal vez el sujeto de anoche podría ser un fanático de las pieles. De solo pensarlo se me revolvía el estómago.
—Veamos, veamos, ¿Qué tenemos aquí? —Las paginas eran de un ligero color café, asumí que era de aquellas libretas recicladas que comenzaban a salir y eran usados por todos aquellos que amaban la naturaleza—¿Qué es todo esto? ¿Qué idioma es este?
Conforme pasaba las páginas repletas de palabras que no entendía, iba encontrando algunos dibujos o mejor dichos trazos de cosas aún más extrañas, entre ellos encontré lo que parecía ser el dibujo de una criatura con cuerpo de hombre pero rasgos de animal. La imagen no estaba del todo clara y los trazos no eran muy precisos, pero estoy segura de que eso era, o al menos yo veía eso.
—Tal vez sea un dibujante extranjero amante de las pieles—fruncí el ceño poco convencida de que el fuera eso. El sujeto vestía una capa extraña de esas que ves en las película antiguas, no tenía la pinta de ser dibujante y mucho menos amante de las pieles—tal vez solo sea una persona con gustos extraños—sopesé esa idea por unos segundos hasta que por fin la acepté. Regresé la libreta a mi bolsa y eché una mirada al reloj. Faltaban ochenta y cinco minutos para poder irme, suspiré con pesadez y decidí jugar una nueva partida de solitario
Los minutos fueron pasando con la lentitud de siempre, en los cuales jugué dos partidas de solitario y una de damas, todos victoriosos. Cuando solo faltaban cinco minutos para las once, me levanté y comencé a arreglar todo para irme. Apagué la computadora y limpié mi escritorio con rapidez, antes de tomar mi bolsa y salir corriendo hacia el ascensor.
Las luces estaban todas apagadas por lo que tropecé un par de veces de camino al ascensor, cuando llegué a la recepción, doble a la derecha y seguí el corredor hasta llegar con el velador, nuevamente me abrió la puerta para que pudiera irme a casa.
—¿Acaso esos sujetos no tienen nada mejor que hacer?—me pregunté mientras recorría las calles oscuras
Las calles estaban igual que ayer, los hombres borrachos deambulaban por ahí mientras miraban morbosamente a las mujeres de la vida galante que se encontraban reunidas en una esquina con poca iluminación, así no llamaban la atención de los transeúntes decentes y sobre todo, policías.
—¡Hey, tu! Ven aquí, te invito un trago—gritó un hombre bastante mayor para mi gusto. Lo ignoré y seguí con mi camino—¡hey, te gustara, lo prometo!—suprimí las náuseas y mis deseos de golpearlo y continúe mi camino con más prisa que antes
Doblé en la esquina y me apresuré a cruzar la avenida para poder mantenerme lejos de aquel sujeto, lo que menos quería era enfrentar otra situación como la de hace un tiempo.
Después de casi una hora caminando, por fin llegué a mi edificio. Crucé la entrada de aquel demacrado lugar y subí las escaleras con cansancio y hambre. Mi puerta se materializó frente a mí y mi cuerpo entero se sintió mejor de solo verla.
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Atrigeos I : Esencia
Fantasy● Libro Uno ● Erika Dotsen ha perdido todo. A sus 20 años siente que el mundo no tiene sentido. Después de un tropiezo y conservar un objeto que no le pertenece, ella tendrá que recorrer nuevas tierras que jamas en su vida hubiera imaginado existie...