【 Capítulo 17 】

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—Ya veo—murmuró Jolin con voz apagada—te dolió que dijera esas cosas—respiré hondo y asentí aun con los ojos húmedos

—Aun no entiende que no me interesa su posición aquí en Anorith, solo el puesto que no supo desempeñar en Marowak—recargué mi mejilla sobre mis brazos apoyados en el ventanal y observé el caer del sol

Jolin y yo aún habíamos pasado casi tres horas en el observatorio, hablando y conversando, bueno, en la primera hora solo estuve llorando como magdalena, luego fue que logré tranquilizarme y el aprovechó a preguntar lo que me había puesto tan mal. Al final le conté la historia de mi vida y de lo mucho que odiaba a Dabin por nunca haber estado conmigo. El chico resultó ser muy bueno escuchando, era fácil hablar con él, me había dado cuenta de eso desde el segundo día que estuve con él.

—Él no sabe lo que mi madre paso después de que el la abandonara—apreté los labios y ahogué un sollozo—nos hizo mucha falta y a él no le interesa—un par de lágrimas resbalaron por mi mejilla y un suspiro triste se escapó de mi boca. La mano de Jolin se colocó sobre mi hombro y me hizo dirigir la mirada a su rostro

—Estoy convencido de que si le interesa, pero no sabe cómo afrontarlo y afrontarte—lo miré durante unos minutos y resoplé. Miré una vez más el sol a punto de desaparecer y sonreí con tristeza

—¿Qué es este lugar?—pregunté para cambiar el tema de conversación. Tanto Jolin como yo recorrimos el lugar con la vista admirando cada cosa en su interior.

Era una habitación amplia en forma de hexágono, solo había dos ventanas en todo aquel cuarto, la gran ventana de unos tres metros por tres metros donde nos encontrábamos recargados, y la otra en la pared contraria, era más pequeña que la primera por un metro, ambas se encontraban justo en el centro del muro. En las otras paredes había estantes con libros, instrumentos que había visto solo en unas cuantas películas y otros que me resultaban más familiares, y en el centro de la habitación, una mesa redonda y grande de madera gruesa con grabados, parecía ser un calendario. Habían tallados de soles y lunas, algunas estrellas que siempre podía ver desde mi ventana.

—¿Es una especie de observatorio astronómico?—miré al chico algo sorprendida y confundida. Jolin me regresó la mirada y asintió

—Es un observatorio, los miradores vienen aquí dos veces a la semana para observar lo que pasa en el cielo. Ellos buscan alguna pista o indicio de algún problema para el reino y siempre mantienen informado a Lión y al Rey—mi boca formó una "o" por la explicación tan buena que me había dado—¿no hay miradores en Marowak?—preguntó de repente. Una sonrisa involuntaria se extendió por mi rostro, era la primera vez que me preguntaba sobre Marowak, o bueno, la Tierra

—Sí, se llaman astrónomos, pero ellos miran el cielo curiosos de saber que hay en él, no para ver si hay amenazas—Jolin frunció el ceño y asintió sin decir nada mas—tengo hambre, ¿ya comiste?—el chico de melena blanca se tensó repentinamente, pero pronto volvió a relajarse

—Vayamos a tu habitación, podremos cenar ahí—asentí gustosa y ambos nos retiramos de la habitación

Cenamos de lo más tranquilos y continuamos hablando de cosas simples como los entrenamientos con Zhaarí y de lo mucho que quería ir al pueblo a comprar más de esos panes deliciosos. Después de la cena, Jolin se despidió con una amenaza de pasar por mí mañana en la mañana. No tardé en darme un baño para poder descansar. En cuanto mi cuerpo tocó la cama, mis ojos se cerraron y perdí la consciencia.

A la mañana, desperté sin mucho ánimo. Tomé un baño rápido para poder despertar bien y me vestí con el mismo pantalón negro y una camisa de color durazno, ate el cinturón y me coloqué las botas. Decidí desayunar un poco antes de ir a entrenar, solo tomé un poco de avena con leche. Debo admitir que comía mejor que en mi casa, los cocineros eran muy buenos en su trabajo, cada platillo sabía delicioso. Jolin llegó a buscarme justo cuando me estaba amarrando el cabello.

Atrigeos I : EsenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora