【 Capítulo 23 】

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Deuls y los guardias asintieron e hicieron una reverencia antes de salir del lugar. Jolin a mi lado tardó un poco más. Antes de irse me miró con preocupación, no supe si se preocupaba por mi o porque yo no le faltara al respeto a su majestad. Por ultimo salió Lión, el capitán de la guardia me fulminó con la mirada y murmuró algo que no pude entender, para luego abandonar la habitación.

Solo estábamos Dabin y yo. La tensión se sentía en el aire, era más que obvio que estar solos nos incomodaba a ambos, sin embargo era necesario. Desde mi llegada, jamás había hablado con él sobre porque nos había dejado, y algo me decía que era justo ese tema el que quería tocar en ese momento.

Dabin frotó su mentón con ademan despreocupado y miró hacia las estanterías llenas de libros junto a las que me había contado la historia de Ellin. El hombre se levantó de su trono y la tela de su capa negra barrió los tres escalones que lo separaban del suelo. Su ropa era similar a la que uso Jolin aquella vez que recibieron la visita de esas personas que Dabin no quiso que viera. Era un pantalón blanco, una túnica azul ultramar que le llegaba a la cadera, unas botas negras de cuero hasta las rodillas perfectamente lustradas y su túnica negra suave a la vista. Dabin se detuvo frente a mí y extendió su mano izquierda en mi dirección.

—La vida no siempre es como se desea que sea—las yemas de sus dedos rozaron suavemente mi mejilla y sentí una oleada de emoción por todo mi cuerpo—a veces hay que sacrificar algo para que todo sea como debe ser—fruncí los labios y suspiré con pesadez antes de alejarme—Ellin lo hizo, sacrificó su felicidad por el bien de sus amigos. Él sabía que no podía ser egoísta y mantenerlos juntos o terminarían muertos, así que los separó para que pudieran ser felices

Miré aquellos ojos con enfado y retrocedí dos pasos antes de comenzar a andar hacia las estanterías. Deslicé mis dedos por sobre las pastas de los libros y me volví hacia la mesa con aquel mapa en tercera dimensión.

—¿Piensas justificarte usando la historia de Ellin?—pregunté después de unos minutos. Levanté la mirada y me encontré a Dabin de pie al otro lado de la mesa, se miraba serio y tranquilo, como si nuestra pequeña conversación fuera algo normal

—Estoy tratando de hacerte entender que tuve que dejarlas porque debía cumplir con un asunto importante—asentí con tranquilidad y recorrí la imagen a escala de un rio que llegaba hasta un océano

—Ya veo que era tan importante—lancé una mirada a aquella corona plateada que llevaba sobre su perfecto cabello azabache—una corona brillante es por mucho más importante que tu familia—Dabin respiró hondo y dejó el bo sobre la mesa para proceder a retirarse la corona

Nunca lo había visto sin ella. No era una imagen demasiado extraña, sobre todo porque el resto de sus joyas permanecieron en su cuerpo. Sin embargo, sin ella parecia mucho más relajado. Sus rudas facciones de monarca desaparecieron, dejando solo el rostro de un hombre cansado por años de mantener una imagen incuestionable.

—Tu madre entendió cuando le dije que debía irme—me fue imposible no sentirme cautivada por aquella confesión—te lo digo como tu padre—fruncí el ceño involuntariamente y solté una pequeña risa nerviosa

—Sabía quién eras—él no lo negó

Mi madre sabía, conocía la historia de Dabin, era consciente de que el no pertenecía a su mundo y aun así decidió continuar con aquel romance del que tanto presumió conmigo. Una historia que no tuvo el desenlace que seguramente ella esperaba.

Nos amábamos. Era como en esas historias épicas del príncipe que, enamorado de una doncella, renunciaba a todo por un momento a su lado.

—A tu madre no le importó estar conmigo—desvié la mirada hacia la gran ventana—y ciertamente a mi tampoco me importó quedarme a su lado

Atrigeos I : EsenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora