【 Capítulo 34 】

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Toda la fortaleza estaba vuelta una locura. Los invitados festejando sin ser conscientes de que su recién proclamada princesa estaba desaparecida. Aunque era mejor así, cualquier posible peligro pondría a todos en estado de angustia, y eran suficientes personas como para resultar un problema.

Después de encontrar su vestido hecho girones en el suelo de su habitación, no sabía que pensar. ¿Cuál era la probabilidad de que un vehnthura hubiese venido a llevársela? ¿Qué tan probable sea que ella solo hubiera escapado?

—¿En dónde se ha metido?

A mi lado, Azsael estaba furioso por lo que le acaba de informar. Estábamos saliendo del Gran Salón por lo que se quitó aquella mascara de serenidad y calma, y la suplanto por un rostro que te asustaba con solo verlo. Podías ver lo furioso que estaba aun cuando intentaba disimular su timbre de voz.

—¿Por qué no me informaste primero?—repitió de nueva cuenta—Si Lión la encuentra puede volver a repetirse lo de la última vez—se escuchaba preocupado, y aunque era un buen momento para bromear acerca de lo cercanos que se habían vuelto, no tenía ánimos para ello

—Envié un guardia para informarte mientras yo buscaba a Erika—me defendí por tercera vez—Tenía la esperanza de hallarla escondida en algún sitio, no creí que el guardia iría con el Capitán antes

Claramente recuerdo haberle recalcado al chico que fuera con Azsael y solo con él. Tampoco quería que Lión se enterara. Él no se había visto tan contento por el nombramiento de Erika como princesa, y podría tomársela aún más en contra de la castaña. Si volvía a lastimarla no estaba seguro de poder mantener la calma, y por la forma en la que Azsael golpeaba la empuñadura de su espada con sus dedos, tampoco él.

Mientras caminábamos apresurados por los corredores, intentando pensar en algún sitio específico donde ella pudiera haberse escondido, preguntábamos a los guardias que se encontraban en sus puestos de vigilancia. Ninguno había visto nada, pero estaban alertas en caso de verla. No fue sino por accidente que nos topamos con un grupo de guardias que lucía agitado.

—Ustedes—los llamó Azsael con tono firme—¿Han visto a la chica? ¿La nueva hija del Rey?

—La bastarda—respondió uno de los guardias. Apreté los dientes al oír tal grosería hacía Erika. Ella no se merecía eso

—Sí, ella—miré a mi amigo con enfado por haber aceptado aquel insulto—¿Dónde está?

—Oímos que está en los aposentos de la princesa Kirlia—mis ojos se posaron en el grupo de guardias esperando encontrar la broma escrita en sus rostros, pero al parecer era cierto

—Ya informamos al Capitán, ahora debe estar de camino para allá

Azsael y yo intercambios una mirada antes de retomar el paso. Si Lión iba para allá no podía esperarle nada bueno a Erika.

Todo estaba mal, podía sentirlo en mis huesos. Aquella voz se había callado pero aún podía sentir el zumbido dentro de mí, y peor era que podía sentir que algo se acercaba, pero qué.

A mi lado, Kirlia seguía pidiendo que me calmara, que respirara e intentará soportar. Estaba llamando a los guardias y yo no tenía voz para pedirle que se detuviera, que no lo hiciera. No quería a los guardias ahí, solo empeorarían las cosas, yo tenía que irme de ahí lo antes posible pero mi cuerpo no respondía. Un par de minutos después, los gritos de Kirlia tuvieron resultado. La puerta a mis espaldas estalló y por ella entraron la reina Mahia, un par de guardias y el Capitán Kkam.

—Madre—la llamó Kirlia, pero esta no le hizo caso, simplemente la alejó con brusquedad de mí

—¡Guardias! ¡Guardias!—comenzó a chillar como si los guardias no estuvieran justo a su lado. Retrocedí lentamente intentando alejarme de los recién llegados, pero la mujer me atrapó por los brazos—No trates de escapar muchachita tonta

Atrigeos I : EsenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora