El salón estaba abarrotado de gente que desconocía por completo. Desde mi lugar en las escaleras alcancé a distinguir a algunos guardias que solía ver en los corredores e incluso logré ver a la pequeña Zhaarí junto a un par de guardias y su padre, todos perfectamente vestidos con sus uniformes inmaculadamente negros.
¿Por qué Zhaarí no me dijo nada esta mañana? ¿Acaso este era un nuevo castigo de Dabin? ¿Pensaba dejarme en ridículo frente a todos sus invitados? Cual fuera la razón, no estaba preparada para tal situación.
Azsael avanzó y me ví obligada a caminar con él. Sujeté su brazo con fuerza a causa de los nervios. Mientras bajaba podía sentir la mirada de todos presentes, y debo decir que no era algo que me agradara, podía sentir su rechazo, su indignación por verme ahí, las malas vibras que brotaban de ellos hacían titubear mis pasos. Querían verme caer, observar mi rostro asustado mientras reían gustosos de que la bastarda del Rey obtuviera su merecido.
—Cuidado
El brazo del guardia de ojos verdes fue lo que impidió que me fuera de boca. Oí los murmullos subiendo los escalones, las burlas, los comentarios prejuiciosos hacía mi. Tragué saliva aún más nerviosa que antes y miré a Azsael con la esperanza que entendiera que yo no quería eso. Yo no quería estar ahí y tampoco quería usar ese estúpido vestido, ni ver la cara de todas esas personas. Yo no quería estar en Neurin.
—No quiero estar aquí—murmuré solo para él. Los ojos de Azsael me miraron y vi mi reflejo en ellos. Una chica asustada—No quiero
—Es orden del Rey—aunque su rostro refleja calma, era su voz la que transmitía toda la severidad característica de él—vamos, camina
—Azsael, sácame de aquí, por favor—pedí intentando hacer que me soltará, pero él no cedió
—Solo respira, una vez abajo nadie te mirara—él era toda seguridad, yo, su opuesto natural—vamos—dejé de oponer resistencia y continúe bajando
Y ahí esta yo, temblorosa como la gacela siendo acorralada por un grupo de hienas, esperando salir a salvo de ese encuentro.
Todos en el salón dejaron sus conversaciones a un lado para ver a la pareja recién llegada. Mi madre junto a mí se enderezó en su asiento y cuadro los hombros con aire de superioridad.
—¿Es esa?—preguntó con aquel tono despectivo que usaba siempre con los trabajadores de la fortaleza
Mamá volvió su rostro hacia mí y no supe cómo responder. Era ella, lucía muy diferente a aquel día en el corredor y mucho mejor que aquella tarde en su habitación, pero al mismo tiempo era similar. Su rostro reflejaba lo apenada que estaba, era obvio que no quería estar ahí, pero el guardia parecía ignorar sus palabras. La habían vestido con una pieza hermosa y su cabellera estaba recogida de forma laboriosa y elegante. Erika lucía como toda una dama, aunque no transmitía la imagen de alguien de la familia real. No, ella era temerosa, una princesa de Neurin no podía ser un eslavon débil, eso haría menos a la familia completa.
—Ni siquiera se parece a tu padre—la queja de mi madre fue seguida por una risa al verla a punto de caer
Era verdad. Su cabello era castaño y sus ojos cafés, no había nada en ella que diera la señal de ser hija del Rey de Neurin. Ni un solo rasgo, pero mi padre me había asegurado que ella era mi hermana. ¿Estaría ella mintiendo? ¿Quería hacerle daño a mi padre?¿O era mi padre quién mentia de nuevo?
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Atrigeos I : Esencia
Fantasy● Libro Uno ● Erika Dotsen ha perdido todo. A sus 20 años siente que el mundo no tiene sentido. Después de un tropiezo y conservar un objeto que no le pertenece, ella tendrá que recorrer nuevas tierras que jamas en su vida hubiera imaginado existie...