【 Capítulo 12 】

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Me arrojé sobre la cama sintiéndome aun confundida y llena de dudas.

Había pasado casi toda la mañana haciéndole preguntas a Dabin sobre los tres reinos y sobre Ellin, y solo me detuve cuando Lión regresó a la sala para recordarle a su alteza que debía de asistir a una reunión importante. El hombre aun me miraba con desdén pero eso no me importó mucho. Dabin se despidió con un movimiento de cabeza y prometió seguir hablando conmigo en otra ocasión, dejándome abandonada en la habitación, minutos después apareció Jolin para llevarme de regreso a mi cuarto.

He de admitir que durante todo ese tiempo que estuve con él, no hice ningún comentario hiriente contra él, mi mente se había fascinado tanto con el tema de los tres mundos y Ellin, que ni siquiera me había detenido a pensar en Dabin.

Miré el techo sobre mí y recordé el mapa en la mesa de caoba.

—¿Qué tan grande es Anorith?—me incorporé y encontré al chico recargado en la pared con aire casual

—Tan grande como Marowak—contesto como si fuera lo más obvio, que en realidad si lo era—¿Por qué preguntas?

—Porque quiero conocerlo—miré al chico con curiosidad antes de encaminarme al balcón—¿crees que pueda conocerlo en un día?—pregunté con entusiasmo. Apoyé las manos sobre la piedra fría y me incliné hacia adelante para poder ver mejor el paisaje

—Ten cuidado o caerás—me reprendió Jolin al tiempo que tiraba de la tela del vestido. Solté su agarre y volví a asomarme

La construcción se encontraba sobre una montaña o algún cerro, podía ver la inclinación del césped y algunos árboles bastante lejos. Debajo de mi había un acantilado lo suficientemente profundo como para morir antes de tocar el suelo. Tragué saliva de solo pensarlo y me aparté del borde. Jolin se encontraba mirando el espeso bosque frente a nosotros, sus brillantes ojos grises resplandecían ante la luz del sol y su melena blanca centellaba. Su piel era clara, pero lucia como si se hubiera bronceado ligeramente. El chico era guapo, debía admitirlo, pero resultaba algo extraño estar con él a solas.

—¿Dejaras de mirarme como si no estuviera aquí?—preguntó cortando mis pensamientos de un solo tajo

—Lo siento—desvié la mirada completamente apenada y volví a observar el paisaje—¿Dónde está Zhaarí?—miré rápidamente al chico antes de regresar al interior de la habitación

—No lo sé—suspiré algo decepcionada porque no estuviera aquí, pero eso no significaba que me detendría a esperarla—¿a dónde vas?

—Quiero ver que hay afuera

Crucé la habitación con decisión y abrí la puerta solo para ser detenida por Jolin.

—No puedes salir, el Rey no me ha autorizado hacerlo—lo miré algo ofendida y me zafé de su agarre

—No necesito su permiso, quiero salir y lo voy a hacer

Avancé por los pasillos con paso seguro y ansioso, aunque no sabía a donde me dirigía, aunque en realidad no importaba, debería de haber una puerta que me llevara afuera, la buscaría y como última opción me detendría a pedir indicaciones. Doblé a la derecha en un corredor y bajé las escaleras que estaban frente a mí, una puerta de madera fue lo encontré al final de las escaleras.

—Disculpen—empujé la puerta y asomé mi cabeza por la rendija

La habitación era amplia y derrochaba tranquilidad. Había gran cantidad de estantes llenos de libros y botellas con líquidos extraños, algunas otras guardaban solidos de colores algo perturbantes y asquerosos. En el centro se encontraban cuatro mesas de madera de no más de dos metros de largo, algunas estaban limpias mientras otras eran ocupadas por algunos frascos y libros. Las cuatro personas que estaban ahí me miraron cortésmente, aunque algo incomodos.

Atrigeos I : EsenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora