【 Capítulo 20 】

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El cuerpo entero me dolía, no podía moverme ni un centímetro sin que algo hiciera a mi cuerpo quejarse de dolor. Estaba cansada, podía sentirlo en todo mi cuerpo, pero ya no quería seguir durmiendo. Intenté moverme pero mi cuerpo parecía de roca, pesado. Me esforcé un poco más, pero al no obtener resultado, abrí los ojos.

El techo de piedra y una araña de plata y piedras azules se encontraban sobre de mí. Me froté el rostro con las manos y traté de recordar donde había visto eso. No obtuve nada. ¿Dónde estaba?

—Bienvenida, muchacha

La voz era familiar. Giré la cabeza y vi al padre de Zhaarí sentado detrás de una mesa. Estaba combinando líquidos y hierbas en un recipiente al fuego. Olía a regaliz y canela. La cabeza comenzó a dolerme. Odiaba el regaliz. Miré de nuevo el techo y tomé una bocanada de aire antes de incorporarme. Otro respiración y bajé de la cama donde me encontraba.

—Luces confundida—habló cuando estuve frente a él

—Odio ese aroma—solté con sinceridad. El hombre me miró curioso y luego a su mezcla—¿Dónde estoy? —miré a mi alrededor intentando reconocer el lugar, pero jamas habia estado ahí

No era un lugar muy grande, aunque las varias estanterías repletas de libros e ingredientes en frascos parecían desmentirlo. Tres mesas diferentes una de otra se encontraban alrededor de él, al igual que los estantes, también tenían ingredientes. El lugar ahí se sentía mucho más fresco que su habitación, y más humedo.

—Primero me ofendes y luego preguntas donde estas, curiosa forma de comenzar una conversación—sentí el enfado en sus palabras—esta es mi oficina personal—miré al hombre y luego de nuevo a la habitación. Todo ahí gritaba Obsesión

—No es ofensa decir la verdad—me defendí. Caminé hacia la mesa y me apoyé en un banco para evitar caer—el lugar es...expresa tu pasión por la medicina—Deuls levantó las cejas y cansado, regresó su atención a su mezcla

Traté de olvidarme de aquel aroma y concentrarme en calmar las palpitaciones de mi corazón. Mis ojos se cerraron e imágenes aparecieron en mi cabeza. Un hombre tocándome e insultándome, risas a mi alrededor y un par de ojos verdes mirándome con odio.

—Me metí en un problema ¿no es cierto?—Deuls me miró de reojo y asintió. Apreté los dientes y bajé la cabeza—maldiciónp, Dabin me matará. Golpeé a uno de sus hombre

—Yjan es su nombre—aclaró el sanador—Azsael me lo ha contado—apreté la boca angustiada. Azsael no era una persona del todo comprensiva y amable—él te ha traído para que te revise. Debo decir que lucía bastante interesado en saber sobre tu estado—levanté las cejas sorprendida, no por lo que dijo de Azsael, sino porque el hombre pudiera descifrar el rostro del susodicho. Azsael parecía una piedra, no mostraba muchas emociones.

—Debe darle un reporte a Dabin—contesté enfurruñada, lo que menos que quería era pensar en aquel sujeto—ellos creen que no lo sé, pero de qué otra forma podría el enterarse de lo que me pasa

Deuls frunció el ceño y tomó asiento de nuevo frente a mí. Lucía tranquilo y sus ojos reflejaban un sentimiento de comprensión. Supe que me daría uno de esos sermones de los que tanto se quejaba Zhaarí en los entrenamientos, así que decidí cambiar de tema.

—¿Qué descubriste esta vez? ¿Ya sabes lo que me pasa?—pregunté con calma. Deuls acomodó su cabello hacia atrás y negó con la cabeza

—No encontré nada nuevo—hice un puchero decepcionada de que aún no supieran que era lo que ocurría conmigo y como podría remediarlo—parece ser que solo sucede cuando tu alma se encuentra débil. La esencia del vehnthura se aprovecha de ello y busca salir

Atrigeos I : EsenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora