Mirar el atardecer desde aquel balcón resultaba todo un espectáculo. El cielo parecía ser el lienzo de un pintor, con manchones violetas, rosas y naranjas; las nubes lucían tan esponjosas y suaves sobrevolando el inmenso bosque que se extendía por kilómetros. Recargué mis brazos en la baranda y respiré el dulce aire de naturaleza limpia y pura.
Estaba tan tranquila y sinceramente me sentía tan serena estando en aquel lugar. Después de la conversación con Dabin esa mañana y escuchar la historia de Ellin, me sentía con la necesidad de poder hablar con él, preguntarle por qué lo había hecho, qué sintió cuando regresó de aquel viaje, que sintió después de arrebatarle a su amigo su cuerpo y lo más importante, que hizo después de estar nuevamente solo. Me sentía cautivada por las posibles respuestas que aquel ser supremo pudiera darme, claro, si es que alguna vez pudiera verlo en persona.
El cielo se tornó azul oscuro y el aire comenzó a correr más frio por lo que solo me quede un par de minutos más en el balcón, después regresé a mi habitación y me preparé para ir a la cama. Cambié el vestido color crema por un camisón rosado suave y ligero que una mujer había traído un par de horas atrás junto con varias prendas que ahora ocupaban el armario. Me acomodé en la suave cama y contemplé el techo con ansias. Mañana seria mi primer entrenamiento con Zhaarí, realmente me emocionaba aprender a hacer lo que ella hacía, poder moverme como ella y ser capaz de enfrentarme a cualquiera y salir triunfante, sin embargo aún tenía el temor de que la chica perdiera el control como lo había hecho en la mañana y también en la práctica, aunque saber que Jolin estaría presente me tranquilizaba un poco.
Giré sobre el colchón y quedé de frente a la puerta de la habitación. Se sentía extraño estar sola en aquel lugar. Se sentía extraño estar sola, incluso para alguien que le gusta la soledad, en ocasiones resulta abrumador el hecho de saber que no tienes a nadie con quien hablar, a nadie con quien llorar, a nadie a quien decirle te quiero. Aquella misma mañana había sido testigo de lo sola que llevaba sintiéndome todo este tiempo. El pasar un par de horas con Jolin me había hecho sentir de nuevo como alguien normal. No solía hablar mucho, aun cuando Harriet estuviera conmigo en la oficina, no hablaba con ella, la mayor parte del día vivía en silencio, ahora sentía cansada de tanto que había hablado durante ese día, pero al mismo tiempo tranquila y feliz.
Quizás esta era una oportunidad para volver a sentirme viva. Queria disfrutarla lo más que pudiera antes de regresar a la realidad triste que me esperaba en casa. Me mordí el labio para contener las lágrimas y cerré los ojos lista para dormir.
Las puertas de mis memorias se abrieron de par en par y diferentes imágenes de mi vida recorrieron mi cerebro dejándome un trago agridulce en el corazón. Desperté sintiéndome abatida y nostálgica. Habían pasado varias horas, lo supe por la calma que se oía en el aire, rodé sobre la cama intentando retomar el sueño pero mis intentos fueron en vano. Enrollé mi cuerpo con la sabana y salí al balcón. El cielo era la descripción grafica de un mar de estrellas, todas y cada una de ellas reluciendo a su manera. Llevé una silla y me senté con los brazos apoyados en el borde y mi cabeza descansando sobre ellos.
¿Realmente quieres volver a casa?
Miré el firmamento llena de dudas y sin ninguna respuesta. ¿Realmente me quería ir de ahí? ¿Quería regresar a mi vida tan cotidiana y simple? ¿Quería seguir aguantando a Harriet, a Keith y al estúpido señor Kelley?
¿Quieres quedarte y vivir junto al padre que nunca tuviste?
La idea de vivir con Dabin no me agradaba en absoluto, pero no me quedaba por él, me quedaba porque estaba cansada de lo cotidiana que era mi vida en la Tierra, en Marowak, una vida que no tenía nada en que apoyarse. En Anorith todo lucía tan tranquilo, tan sencillo; estaba Zhaarí para enseñarme a pelear, estaba Deuls para curarme si su hija enloquecía, estaba Jolin y Azsael para impedir que muriera, y lo más importante, estaba Ellin.
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Atrigeos I : Esencia
Fantastik● Libro Uno ● Erika Dotsen ha perdido todo. A sus 20 años siente que el mundo no tiene sentido. Después de un tropiezo y conservar un objeto que no le pertenece, ella tendrá que recorrer nuevas tierras que jamas en su vida hubiera imaginado existie...