【 Capítulo 32 】

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¡¿Qué demonios está sucediendo?!

Mi cabeza estaba a punto de explotar de rabia y celos al ver a Jolin, tan guapo con aquella túnica que acentuaba sus bien trabajados brazos, hablando con Erika, ¿Qué tanto podría estar hablando que debían estar tan juntos? Prácticamente estaban uno sobre el otro, era imposible ver algo a través de ellos. Apreté los dientes y traté de mantener la expresión lo más tranquila posible mientras observaba como el hombre que quería acariciaba a otra mujer que no era yo.

Mis ojos hormiguearon y, de no haber sido por que regresaron a bailar, hubiera cruzado la pista solo para abofetear a aquella intrusa que no le fue suficiente con robarme a mi padre, sino también buscaba robarme a Jolin. Aparté la vista del lugar donde habían estado de pie y miré al palco donde debería estar mi padre sentado junto a sus allegados más cercanos. Para mi sorpresa lo encontré sentado, mirando el baile a sus pies. Aun desconocía la razón exacta de por qué mi padre había realizado aquel festejo, y me preocupó aún más cuando me enteré de que había invitado a la "bastarda", o al menos así la habían llamado las cortesanas.

Erika podría ser mi medio hermana, pero una cosa era aparecer después de muchos años y proclamarse hija de mi padre, y otra muy diferente era tratar de arrebatarme lo que amaba. Si mi padre la había invitado, no creo que fuera para hacerla pasar un mal rato, él no era esa clase de persona. ¿Entonces para qué había venido?

¿En qué estás pensando padre?






La música continuaba sonando y las parejas aun daban vueltas alrededor. Jolin me estaba contando de lo que había hecho durante este último mes y algo sobre ir al pueblo por algo que deseaba mostrarme, pero por alguna razón no podía concentrarme en sus palabras. La voz del chico era como ruidos incomprensibles y extraños, por un momento creí que se debía al bullicio de las conversaciones o a causa de la música, después de varios minutos entendí que la que estaba mal era yo. Apreté los ojos con fuerza y me detuve para tratar de calmar lo que sea que estuviera haciendo que no escuchara con claridad.

La sensación era horrible, como si dentro de tus oídos hubiera un nido de cucarachas que no dejaran de caminar. Podía oír sus patitas chocar contra la piel de mi tímpano y sus antenas rozando las paredes de mis oídos. Totalmente asqueroso y sumamente aterrador.

—¿Estás bien?—preguntó Jolin con tono preocupado. Negué con la cabeza y solté al chico sin ser capaz de articular palabra alguna. Tenía que hacer que esa sensación se fuera lo antes posible, no quería causar un escándalo a mitad del baile.

Me alejé de Jolin sin molestarme en darle una explicación y comencé mi recorrido entre la multitud en busca del padre de Zhaarí, el seguramente me ayudaría, me haría sentir mejor. ¿Pero dónde estaba? Lo había visto al entrar al Gran Salón, pero estaba en la cima de la escalera, ahora estaba a nivel de piso, no podía ver más que cabeza y peinados estrafalarios. Golpeé a un par de personas sin querer en el trayecto y tropecé algunas veces más. Aun sentía ese incesante caminar dentro de mí y cada vez aumentaban las náuseas. Choqué con una pared y descubrí que había cruzado toda la sala. Traté de ubicarme a pesar de la sensación de mareo que comenzaba a instalarse en mí. Deuls no podía estar tan lejos, lo había visto conversar con unas personas junto a la mesa de aperitivos.

¿Estás perdida?

Me giré para ver quién me había hablado, pero para mi sorpresa no encontré a nadie. Si, había muchos invitados mirándome, debía de parecer una loca, pero ninguno de ellos parecía ser dueño de esa voz.

Atrigeos I : EsenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora