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Las pequeñas manos se posaron gentilmente sobre sus hombros mientras los colores del atardecer inundaban el tranquilo lugar. El cálido aliento del chico se mezcló con el suyo y por fin los rosados labios se juntaron en el más suave beso que Chanyeol había recibido nunca, su corazón palpitando a mil por hora y su alfa rugiendo de placer confirmaron que había encontrado a su omega.

Al separarse el alto sumergió su cara en el cuello del chico y aspiro profundamente ese aroma tan adictivo que podría matar por el, sus manos rodearon la estrecha cintura mientras se dejaba hacer bajo las suaves caricias del pequeño que con su simple presencia relajaba cada parte de su ser llenándolo del egoísta sentimiento que era el no querer dejar ir nunca a quien apretaba fuertemente entre sus brazos. Respiro una vez más el dulce aroma y su lobo gruño contentó.

—Ya debo irme...— La hermosa voz del chico lleno sus oídos haciendole feliz. —Se ha hecho un poco tarde y caminar en la oscuridad es algo complicado.

El pequeño intento alejarse, pero Chanyeol volvió más fuerte su agarre impidiendo que lograse su cometido, hundió más el rostro en el tibio cuello al tiempo que reprimía las ostentosas ganas de clavar sus dientes en la blanca piel que exigía a gritos ser marcada de alguna forma.

—No caminarás...— Dijo, intentando distraerse del impulso de marcarlo. —Yo te llevaré a casa.

—No puedes acercarte y lo sabés, ellos te cazarán si logran verte.— La preocupación en el chico era palpable y Chanyeol frunció el ceño confundido ante sus palabras. —Amarock por favor...

Cuando Chanyeol por fin soltó al chico sus ojos estaban a escasos segundos de apreciar el rostro frente a él hasta que un fuerte golpe le aturdió dejándole sumido en la oscuridad. Estaba empezando a asustarse pero la molesta voz de su hermana resonó en sus oídos antes de que otro golpe le impactará.

—Vamos bello durmiente es hora de despertar!— Chanyeol abrió los ojos y lo primero que pudo enfocar fue a su hermana de pie sobre la cama mientras sostenía una almohada, lista para dejar ir otro golpe.

—Estoy despierto...— El menor bramó cuando sin tregua alguna su cuerpo fue llenado de constantes golpes.

Su hermana río divertida y de un salto bajo de la cama lanzando la almohada hasta su cara para finalmente salir de la habitación gritando un —Mamá, Chanyeol no quiere despertar— que provocó más gritos, pero esta vez provenían de su madre.

—¡Park Chanyeol!— Su nombre completo fue dicho como una forma de advertencia mientras los rápidos pasos se abrían camino sobre el piso de madera en el pasillo.

—Estoy despierto— Grito, sin darse cuenta de que su madre entraba a la habitación en el mismo segundo.

—A mí no me gritas, mocoso insolente.— Aún no logra decir en qué momento exacto de la oración una de las zapatillas de su madre impacto contra su frente, pero la pequeña marca rojiza que quedó del golpe es prueba suficiente. —Levántate ahora mismo si no quieres que te vuelva más grande las orejas.

El escalofrío que recorrió su cuerpo le hizo recordar cuando era un niño y su madre le jalaba las orejas después de hacer una travesura. Se puso en pie y comenzó a prepararse para el segundo día en la escuela, el sol brillaba cálidamente en el cielo y el patio trasero se encontraba cubierto por un manto rosa, pues varios pétalos del árbol de cerezo se habían esparcido por todo el lugar, incluso en la pequeña fuente que su madre se empeñó en colocar.

—Nos vemos en la cena, cachorro.— Se despidió su padre a lo que simplemente sonrió, pues a pesar de que era ya todo un adolescente él insistía en seguir llamándolo cachorro.

Estúpido Alfa 🍃Donde viven las historias. Descúbrelo ahora