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V milenio año 4020. Hace dos mil años, Hyehwa dong, Seoul, Corea del Sur.

El amplio bosque que Hyehwa Dong era en ese entonces estaba siendo poblado por un pequeño grupo de personas, que teniendo un bastó conocimiento sobre la caza y cosecha, se habían asentado hace diez años en dicho lugar.

El pueblo abarcaba unos cuantos kilómetros siendo siempre rodeado por la inmensidad del bosque y siendo custodiado por la gran elevación de piedra que con cada día parecía más alta. Las familias eran felices y los niños corrían libres dentro y fuera del pueblo, la armonía del lugar era perfecta y contrastaba muy bien con las personas... Pero no todo lo bueno en la vida dura para siempre; en enero del año 4020, cuando el nuevo milenio inició nuevas cosas llegaron al pueblo gracias a los gitanos y rodantes del camino. Desde variaciones en el lenguaje, nuevas técnicas de cosecha y la invención mal producida del ron, hasta nuevas leyes y creencias que abarrotaron las inocentes mentes; el pueblo se llenó de tradiciones y costumbres nuevas en apenas un mes y medio y para cuándo las caravanas de gitanos retomaron su camino, el pueblo de Hyehwa Dong se vio invadido de abrumadoras leyendas y personas sin tolerancia.

Sin embargo, fuera de todo el caos, una de las tantas familias del lugar se mantenía reacia a tales nuevas costumbres, mientras las demás personas del pueblo se adentraban en la bebida y leyendas sobre magia negra, la familia Do evitaba tales espectáculos concentrándose en lo posible a preparar sus tierras para la cosecha cuando los primeros días de primavera arribaron, Do WenYan, el menor de los hijos del clan Do, era el más emocionado con esta época. Desde niño siempre se le vio corriendo dentro y fuera del bosque, disfrutando de los árboles y protegiendo a los conejos de ser destazados por los adultos. A sus diecisiete años conocía los alrededores del bosque mejor de lo que conocía a cualquiera de sus hermanos y se sentía orgulloso de eso a pesar de las reprimendas de su padre.

Cuando abril llego los hombres del pueblo se adentraron al bosque a cazar animales para obtener carne y pieles que sustentarán a sus clanes, WenYan comprendía que si no se realizaba la caza las familias sufrirían pero nada justificaba el hecho de que los hombres comenzarán a cazar por pura diversión, asesinando animales solo para inflar sus pechos de inmerecido orgullo y valentía. Las quejas de WenYan sobre la profanación que el bosque y sus animales estaban sufriendo paso de los oídos de su padre a los oídos del anciano del pueblo de quien solo recibido una mirada distante como respuesta. La impotencia le carcomía lentamente el alma cuando durante todos los días de abril tuvo que ver a los hombres lucir los cadáveres de venados y conejos recién destazados colgando de sus hombros.

—Míralos, sucios bastardos luciendo con gran gloria sus manos manchadas de sangre inocente...— WenYan escupió asqueado mientras desde la puerta de su casa observaba a los hombres de cada clan exhibir los cadáveres.

—WenYan el bosque es inmenso hay muchos más animales, unos menos unos más no hará ninguna diferencia.— WenYan observó a su hermano mayor encogerse de hombros y mover su mano al aire.

—Si te pusieras en su lugar...

—¡Ya basta! Comparas a tu hermano ¡A mi primogénito! Con un indeble animal del bosque sin medir el peso de tus palabras.— El señor Do vociferó mientras se ponía en pie, dejando así su cómoda silla para hacerle frente al menor de sus hijos.

—Padre, es una vida más. Deberían respetarla tanto como respetan la mía.— WenYan encaró a su padre intentando ser comprendido pero en cambio el hombre que le dio la vida tomó la tira de cuero que colgaba de sus pantalones.

—Sal al patio WenYan.

—Padre por favor...

Sin ser siquiera escuchado fue arrastrado por los cabellos hasta la parte trasera de la casa donde luego de ser arrojado bruscamente sobre la tierra el primer azote impacto contra su espalda.

Estúpido Alfa 🍃Donde viven las historias. Descúbrelo ahora