INTRODUCCIÓN

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La mejor parte de cada lunes es que por la tarde voy al gimnasio.

Sí, ya sé, cualquier persona en su sano juicio detestaría los lunes, en especial si tienen que hacer ejercicio. El tema es que mi amor por los lunes no tiene relación alguna con la actividad que realizo, sino con lo que me encuentro allí.

Ir al gimnasio me da la oportunidad der ver al chico de las mil gorras. No sé cómo se llama ni qué edad tiene, pero es muy simpático y muestra siempre una sonrisa de esas que hacen suspirar a cualquiera, hombre o mujer. Es uno de los personal trainers en el complejo y también da clases de... algo creo. 

Desde que la recepcionista pidió licencia por embarazo, el resto del staff se turna en el escritorio frontal para recibir a todo el que ingresa. ¡Y a él justo le toca encargarse del papeleo los lunes en el horario que yo voy a hacer natación!

La buena suerte me sonríe, y él también.

Le digo "chico de las mil gorras" porque siempre tiene puesta una diferente. Y no, no es calvo. Me lo crucé en los vestuarios un par de veces cuando salía de la ducha. Puedo asegurar que su cabello es tan perfecto como el resto de su cuerpo, pero ama las gorras.

En verano se pone gorras deportivas; muchas son de esas que te obsequian cuando participas de una maratón, de un triatlón o de cualquier otro evento deportivo de esos que terminan en –ton, -tlon y similares. Y en carreras de ciclismo, ¿ciclistlón? Ni idea, pero puedo reconocer el detalle porque en el gimnasio siempre hay carteles de: "¡Participa de la maratón de cinco kilómetros organizada por EXIS marca de ropa!", y a la semana siguiente él tiene puesta una gorra de esa marca con la fecha del cartel. Es muy obvio.

En invierno se pone gorras de lana de distintos colores. Y una vez hasta lo vi con boina en primavera.

Sep, es el chico de las mil gorras, y todas le quedan excelentes. Creo que hasta con galera de mago barato se vería tan apetecible como un pastel de fresas bañado en chocolate. Amo las fresas y el chocolate, es la mejor combinación culinaria creada por el hombre.

Seré sincero: No soy un amante del deporte, de la natación ni de las máquinas para hacer ejercicio, pero me gusta pensar que tengo una vida saludable en casi todo sentido. Obvio que cada tanto me como una hamburguesa grasosa o un kilo de helado para la cena, pero en líneas generales intento tener una dieta equilibrada y ejercitarme al menos una vez por semana —además de en la escuela—.

El hecho de que el chico más lindo de la ciudad me reciba con una sonrisa no tiene nada que ver, lo juro. Pagué mi membresía mucho antes de saber que él existía.

El lunes es mi día preferido de toda la semana sin lugar a dudas. Una simple sonrisa de su parte logra disipar cualquier problema que tenga. ¿Sabrá mi nombre? Yo no sé el suyo.

Hace ya más de nueve meses que voy al gimnasio los lunes después de la escuela. Supongo que al menos debe reconocer mis rulos, ¿no? En todos lados la gente me reconoce por mis rulos.

 Supongo que al menos debe reconocer mis rulos, ¿no? En todos lados la gente me reconoce por mis rulos

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El chico de las mil gorras (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora