Capítulo 27

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Luego de desaparecer de mi cuarto y aparecer en el primer piso de mi casa, ambas nos escondimos bajo el mesón de la cocina, esperábamos a que estas personas se fueran pero no, no todos se fueron.

-¿Qué hacemos?.

-A parte de esperar, no se.

*No podía correr el riesgo de llevar a Karla a la cueva, aunque es mi amiga no puedo confiar en ella, nisiquiera en mamá.*

-Vamos te llevaré a casa. Dije tomando la mano de Karla, para luego transportarme hasta la puerta de su casa.

-Adiós.

Comencé a caminar despistando a Karla, al observar que ella ya había entrado, corro hasta su ventana y la observo.

-¿Porque se demoraron tanto?, estábamos en su cuarto y ustedes hicieron demasiada algarabía. Dijo Karla mientras movia sus manos.

-Ustedes sabían que ella era la pieza perfecta, el peón para empezar el juego.

Luego de escuchar estas palabras, mi mente se convirtió en un total mar de venganza, colocando mi mano en su ventana, los cristales se rompieron quedando mi mano empapada de sangre.

Karla gira su cabeza y Al verme allí, su rostro tenía una expresión de susto.

Entre por aquella venta y arrebate su teléfono.

-¡Tu y todos ellos Morirán.! Colgué y la acorrale con mi brazo.

-¿Así que soy la pieza perfecta?, Al contrario diría yo. Guiñe un ojo y tomé su cuello apretando muy fuerte.

-Lo imaginaba. La solté de mi agarre y la até a una silla.

-Mirame Karla. Mi sonrisa era diabólica, tenia sed de venganza.

Fui a la cocina y tomé un cuchillo que allí había.

-¿Vez este juguete?. Levante mi mano mientras pasaba por el frente de ella aquel grande y filudo cuchillo.

-¿Sabes que tantas cosas se puede hacer con el?. Karla tenía su mirada perdida, sus ojos bailaban en sus cuencas.

-¿Yo podría comenzar el juego sabes?, pero eso sería perder el tiempo, Así que esto es una advertencia de las tantas cosas que podría hacerte a ti y a ellos si continúan buscando lo que no se les ha perdido. *Hice una pequeña marca en su brazo, la C de Crista.*

-Ya estás marcada. Sonreí.

-Tu no eras así. Dijo Karla mientras una lágrima recorría su mejilla.

-Estas en lo correcto, no lo era pero ustedes me volvieron así. Al terminar la frase tumbe la silla de una patada y salí de su casa.

Podía sentir adrenalina en mis venas, estaba segura de que si me llegaba a topar con alguien, podría matarlo.

Caminé, caminé tan rápido como pude hasta llegar a la carretera, mis pasos cada vez iban volviéndose más lentos.

-Faltan 2 horas para el amanecer, esperaré en el río antes de entrar a la cueva. En ese momento aprecie cada gota de lluvia que comenzaba a caer, sentía felicidad, puesto que sería la única forma de sacar todo el enojo de mi.

Al llegar al rio, mientras la lluvia caía me senté a un lado de este.

-Si todo fuera tan fácil. Dije para luego levantar mis manos ante la lluvia.

-Lo es, sólo debes contenerte un poco.

Gire mi cabeza y a mi lado estaba el maestro Admes.

-Esto es tan difícil. Dije mientras sollozaba.

-se cuan difícil es hija, pero debes ser fuerte, la lucha es para valientes, esperar para guerreros, sobrevivir para los nacientes y sufrir para los verdaderos dioses.

-Lo se maestro. En medio de la lluvia comencé a meditar, estaba iniciando mi mente nuevamente para continuar luchando.

-Ten fé hija. Dijo para luego desaparecer.

El sonido de la lluvia, el sonar del río y la templanza del aire me daba mas fortaleza para continuar.

-No te rindas Crista, hay muchas batallas que ganar y una gran guerra que sólo tu podrás derrotar. Dije en mi mente para luego abrir los ojos y recostarme en el césped mojado.

Podía sentir cada gota de lluvia acariciar mi rostro, al abrir los ojos pude ver mas allá de lo que cualquiera puede ver, pude ver el comienzo de una nueva era, la era D, llegó el momento y el momento es ahora.

Me levanto del césped, en el agua muevo mis dedos para que se abra el suelo y poder entrar a la cueva, estando dentro de esta; corro en dirección de el closet en donde había escondido el libro.

-¡Aquí está!. Dije mientras tomaba el libro y agarro una silla para acomodarme y empezar a leer.

-¡Diablos!, hace cuanto no te leía bebé. Sonreí irónicamente.

Tenía marcada la página antigua, ya sabía por donde seguir buscando, a pesar de los intentos por encontrar la razón de lo que vi, no hallaba ninguna respuesta exacta, hasta que depronto vi una página que por suerte estaba bien conservada.

****LA ERA "D"****

La intriga era demasiada, el saber que decía esta página era lo que mas anhelaba, mis manos actuaban por si solas pero mi mente me detenía, aún no era hora de ver lo que aquella hoja ocultaba.

-Sólo espera Crista, sólo espera. Repetía en mi mente una y mil veces, para contenerme de leer.

Doble la hoja y cerré el libro, fui a la sala y me senté en uno de los grandes muebles que allí se encontraba, adornado por lindos cojines y mantas suaves.

Encendí la chimenea y me senté a un lado de esta para calentarme un poco.

Encendí la chimenea y me senté a un lado de esta para calentarme un poco

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-Me gustaría vivir así, pacíficamente. Dije sonriendo mientras iba a la cocina a preparar chocolate.

El frío era insoportable, la cueva era bajo el suelo y el frío se concentra aún mas.

-por suerte la chimenea calienta muy bien. Tomé un sorbo de chocolate y me acerqué a la oficina para mirar las cámaras de seguridad que puse en los árboles más altos.

-No hay novedades. Sonreí para luego observar una silueta masculina apoyada en el árbol frente a la cueva mirando en dirección a la cámara.

Mis manos comenzaron a temblar, el vaso cayó al suelo dejando un eco estruendoso.

Fui hasta la chimenea y apague el fuego, dejando la cueva en total oscuridad. Me dirigí hasta la oficina de nuevo y seguí mirando las cámaras.

-Se parece a papá. Una lágrima recorrió mi mejilla a medida de que aquella silueta se dispersaba en medio de la noche

Hija De Dragones©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora