Mañana

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Mañana

Despertó lentamente y algo desubicado al principio, sus ojos recorrieron la habitación lentamente y luego se pararon en la joven que dormía a pocos centímetros de él. Se la veía agotada aún, el día anterior había sido uno de los peores días de su vida, sin embargo estuvo a la altura, incluso para mantener la cabeza en su sitio y no sentirse desbordada cuando aparecieron los caminantes y él se encontraba débil, no era una carga, como a primera vista podía parecer, pensó en su imagen trepando a aquel árbol con ligereza y sonrió para sí mismo. Ella se giró, quedando de cara a él, casi rozándolo, unos mechones de pelo negro le cubrieron parte de la cara, él los retiró con cuidado para no despertarla, aunque lo consiguió, ella volvió a moverse y se recostó sobre su pecho, murmurando algo que el cazador no supo entender, aguantó la respiración tenso, pero se tranquilizó en unos segundos y se quedó quieto sosteniéndola, no tenía ni ganas ni fuerzas para levantarse aún, y porque negarlo, en parte estaba a gusto. Aunque no podía acallar un voz interior, que le repetía que estaba jugando con fuego, intentó ignorarla, no era tan estúpido como para pensar que aquella chica podría sentirse atraída por él, tan sólo era comprensión y gratitud lo que ella sentía, era lo único que le había demostrado. La había oído hablar con Hershel de libros y cosas que él ni era capaz de identificar, también había observado la admiración y respeto con el que la joven se dirigía y miraba a Rick. Él sólo era un sureño, bruto y paleto con un hermano muerto. Además también estaba Carol, la mujer y él tenían una extraña, pero profunda relación y... ¿en qué coño estaba pensando?. Se palpó la frente, estaba ardiendo, la fiebre le había vuelto a subir, eso explicaba esas divagaciones tan absurdas...

Sus movimientos despertaron a Mara, que se desperezó frotándose los ojos, hasta comprender dónde estaba, se sobresaltó al comprobar que estaba sobre Daryl y se echó para atrás nerviosa.

—¡Daryl! Lo... siento, no me di... no me di cuenta —dijo atropelladamente.

—No me molestas... —aseguró, con voz ronca.

—Estás ardiendo de nuevo —le tocó la frente con suavidad, una vez recuperada la compostura, mientras él se incorporaba pesadamente.

—Estas pastillas son una mierda —se quejó Daryl, cogiendo el bote de ibuprofeno de la mesilla y jugueteando con él en las manos, sus ojos estaban vidriosos a causa de la fiebre.

—Pues es lo que hay... Hershel no metió nada de esto en el botiquín, solo vendas y esas cosas.

—¡Me cago en la pu...! —juró, dejando caer el brazo con fuerza sobre la cama.

—Shhh... vale... Te vas a poner bien, pero llevará un poco de tiempo... —dijo levantándose de la cama y yendo a mirar por la ventana—. Tampoco tenemos más opciones, esto sigue plagado de ellos... ¿Cómo puede ser que sólo caminen y no se muevan de aquí?

—Nada les habrá llamado la atención en otro sitio... —murmuró Daryl.

—Cierto... —asintió Mara para sí, formulando una idea en su cabeza.

La joven se fue al otro aseo e hizo la misma operación, para conseguir el agua de la cisterna y mojar una toalla, regresando seguidamente al dormitorio.

—Túmbate bien —pidió a Daryl, que estaba sentado con la espalda apoyada en el cabecero de madera.

—Llevo veinte malditas horas tumbado...

—Te duele todo, claro... ¡Bien! Pues date la vuelta, te daré un masaje —declaró cogiendo aire—, te sentirás mejor.

—Ni hablar —sentenció mirándola serio.

—¿Por qué? Es sólo un masaje, te ayudará, se un buen chico ¿sí? —intentó usar el tono más dulce que pudo.

—No soy uno de tus jodidos niños...

Flor Eterna © (The walking dead 3.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora