IV.

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Los salones tenían aire acondicionado y Brendon se sentía algo feliz por ello, ya que no lo había llegado a prender en su propia casa, al menos no el de su cuarto, pero ahora sería lo primero que haría al llegar a su casa, sin duda alguna.

Jon no volvió a molestar a Brendon en el resto de la clase ni a la salida, no supo cómo sentirse, quizás Jon pensó que no era para nada interesante (cosa en la que no se equivocaba, pero le ponía triste pensarlo, solamente lo afirmaba más).

Pensó en una lista infinita de las posibles imágenes que le había dado a Jon, siempre arruinándose a si mismo.

Intentó no darle más vueltas al asunto, tomó sus cosas y salió del salón cuando la clase terminó y el salón se vació en cuestión de segundos.

Inconscientemente miró las paredes de los pasillos de su escuela y a todo tipo de espectaculares que había pegados en ellas, sin querer terminó mirando el que hablaba sobre un juego de voleibol playero, en el que concursaría su escuela contra otra de una pequeña ciudad vecina.

—¿Brendon? —escuchó una voz familiar a sus espaldas y no pudo evitar enfriarse. No le quedó otra que voltear, para encontrarse con el chico de la playa, Ryan—. ¿Te interesa el voleibol? —se acercó de un momento a otro, lo suficiente para quedar a un lado de él. Brendon bajó la mirada.

—No lo sé —se atrevió a hablar.

—Va a haber una competencia en unas semanas —siguió hablando—, pero creo que es tarde para que te unas al equipo. Quizás en unos meses abran inscripciones —Brendon realmente no era muy fan de hacer deportes, pero su respuesta solamente fue para parecerle aunque sea algo interesante a aquél chico.

Brendon no contestó, quedándose en silencio.

—Te lo digo porque, soy parte del equipo —Brendon inevitablemente volvió a subir su mirada, para conectarla con la de Ryan—. Conozco al capitán del equipo, quizás lo anime a que te deje unirte.

El azabache no tardó en abrir los ojos realmente impresionado.

—No, no creo que sea necesario, creo que soy un mejor espectador —habló, para su sorpresa sin trabarse.

—Oh, entonces está bien —le sonrió—. Podrías ir a vernos —propuso.

El de lentes sin saber qué hacer, asintió lentamente con la cabeza, para quedar en otro silencio. Parecía que nadie iba a decir nada, entonces Brendon empezó a caminar lejos de Ryan sin despedirse, para salir finalmente de la escuela.

—Hey, espera —le detuvo Ryan caminando nuevamente atrás de él hasta quedar a un lado suyo, Brendon se detuvo con un poco de miedo—. ¿Dónde vives? —Ryan siguió caminando en señal de que caminaran juntos hasta afuera. Brendon encogió sus hombros como respuesta—. ¿Cerca del atajo a la playa? —Brendon quedó nuevamente en silencio. Ryan tomó su propia mochila por sus hombros y la jaló un poco, al ver que Brendon no tenía intenciones de decir nada—. No me vas a decir —sonrió un poco.

—Es que... —tomó el valor y aire para poder romper esa pared de ansiedad social que podía controlarlo bastante en algunas situaciones—. No sé dónde queda. Sé llegar, pero no sé la ubicación del todo.

Ryan asintió con la cabeza a su respuesta.

Salieron finalmente de la escuela.

—¿Cuál es tu camino? —preguntó el castaño finalmente. Brendon únicamente apuntó con el dedo para dónde tenía que caminar, a lo que Ryan sonrió grande—. Genial, también iré por ahí. Podemos ir juntos, no te molesta, ¿verdad? —Brendon negó inseguro con la cabeza—. Si te molesta puedo irme por otro lado —Brendon esta vez negó con más seguridad.

Bones [Ryden]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora