XVIII.

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Un mes. Un jodido mes.

Había pasado un mes, desde que había llegado a la estúpida ciudad y que había pasado todo lo que tenía que suceder. 

Brendon se había quedado solo por alrededor de un mes, yendo y viniendo, de su casa a la escuela, sin ninguna que otra interrupción, ni siquiera en el maldito receso. 

Terminó su trabajo con Debby y muchas veces ella se acercaba a hablar con él, pero era solamente porque lo veía solo, nunca le preguntó qué había sucedido y por qué de la nada estaba solo en el salón todos los recesos, porque parecía no querer meterse en lo ajeno. Nadie se acercaba a hablar con él. Nunca. Así que no le sorprendía, pues parecía que Debby y sus amigas tenían siempre mejores cosas de las que hablar.

Jon los primeros días intentó hacer que Brendon no se alejara bastante, pero efectivamente falló, así que dejó de intentarlo, dejó de hablarle e incluso dejó de mirarlo. 

Brendon no tenía idea si Jon estaba enterado de lo que había pasado entre él y Ryan, la verdad no le sorprendería si lo supiera, pero no se sentía mal con la repentina separación de él y el grupo de Pete, Jon y Ryan, después de todo nunca se sintió realmente parte de éste, era obvio que estaban mejor sin él.

Brendon siempre había sido un chico algo solitario, así que no le molestaba estar sentado todo el tiempo en su banca, viendo como se vaciaba y se llenaba el salón todos los días.

Y así, los días pasaron y se hizo el mes, sin ni siquiera darse cuenta.

Lo único bueno que tenía el verano, es que después de él seguía el otoño y después el invierno. No tenía idea como iba a ser la época en un lugar playero, pero moría por saberlo. Un tanto inútil la espera, pues seguía siendo verano.

El receso de ese día se hizo presente y claro, era un día como cualquier otro, o eso pensaba, cuando sintió unos ojos encima de él. 

Movió sus ojos sobre todo el salón, tratando de reconocer de dónde venía la mirada y la encontró. Claro, venía de aquellos ojos azules mapachosos, la chica igual de rara que él, o incluso peor. Sólo la miró un poco, pero después le rodó la mirada. Las batallas de mirada no eran lo suyo.

La chica al ver que fue ignorada en segundos, se acercó, jalando una de las butacas, sentándose a un lado de él.

—Bueno y, ¿Qué pasa? —preguntó al instante, tomando a Brendon por sorpresa.

—¿A qué te refieres? —dijo apenas audible, dándole casi otra mirada, actuando como si no le importara su repentino acercamiento.

—Estás solo —sonrió—. Desde hace mucho. Tienes el trasero pegado a ese asiento.

Brendon finalmente la miró. 

La mirada de ella seguía siendo tan fuerte como la primera vez que la vio, como la vez que se toparon en la puerta de detención y como la vez que lo tomó por la mochila y le dio el susto de su vida. 

Seguía teniendo los  piercings en las cejas y todo lo que sea que le colgara del cuello y muñecas. Su uniforme y botas en lugar de zapatos comunes. Notó que su cabello estaba más corto de cómo lo recordaba, un poco arriba de los hombros, pero parecía que se había trasquilado ella sola.

—Puede ser —dijo después de darle la escaneada completa.

—Pues ya, dime —se acercó más a él, pero no de manera amenazante, solamente recargó su codo en la mesa de Brendon y acomodó su barbilla en sus propias manos—. ¿Qué pasó? Veía que estabas con Jon y sus otros dos amigos raros.

—Nada —fue cortante. No planeaba decirle, aún tenía miedo de que fuera a hacerle algo si le decía lo que tenía algo con Ryan, o aún peor, ahora que sabía que Ryan había hablado con ella, una infinidad de cosas se cruzaron por su cerebro—. Sólo dejé de estorbar.

Bones [Ryden]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora