VII.

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El silbato sonó.

Sonó una y otra vez, una infinidad de veces a los oídos de Brendon. El sol parecía nunca dejar de ser tan brillante.

Brendon estaba sentado con Patrick, a unos pocos metros del resto de los chicos que jugaban voleibol, sentado con las piernas en moño, sobre un par de piedras que había ahí como al rededor.

Los chicos habían traído su red y la habían instalado perfectamente para que pudieran jugar.

Ryan estaba de un extremo de la red y Dallon del otro, a veces Ryan se acercaba para acompañar a Brendon un rato, aunque realmente no podía estar bastante tiempo a lado de él.

Hacía mucho calor y Brendon podía sentir como se iba a empezar a derretir con todo y sus órganos. Poner su mano un poco arriba de los ojos para poder mirarlos sin que el sol molestara, llegó a ser cansado, así que no le quedaba nada más que aceptar su destino de quemarse las corneas.

La red tapaba la visibilidad a Brendon, haciendo que a veces perdiera de vista a Ryan. 

Le gustaba mirarlo y pensar que estaba quedándose ahí porque él se lo había pedido, aunque se le olvidaba mirar el partido por la misma razón. Realmente sólo le gustaba mirarlo. 

Era como si el silbato lo interrumpiera de sus pensamientos, dándole una bofetada para decirle "¡Hey, estamos para ver el partido, no al niño bonito!"

Dios, las piedras le ardían en el trasero.

—¡Perdón! —exclamó Jenna una última vez. El balón cayó al suelo justamente en frente de ella, la cuál solamente había visto cómo es que este le caía desde el otro lado de la red sin intenciones de moverse para atraparlo. El silbato volvió a sonar.

—¡Jenna! —habló Dallon. Usaba shorts arriba de las rodillas, todos usaban shorts, se veían algo graciosos si les prestabas demasiada atención—. ¡Ya te dije, por Dios! No le tengas miedo al maldito balón, es tu amigo.

—¡Me asusta! —exclamó la chica.

—¡Todo te asusta! —se metió a la conversación el chico que estaba del mismo lado de la red con Jenna. Tenía el cabello castaño y rizado, podría decirse que era el chico con el cabello más largo de todos los que estaban presentes—. Dallon —le miró—. No quiero jugar con ella. No sabe jugar, solamente corre del balón, es la séptima vez que se le cae en la última media hora.

—¡Ian! —le gritó Dallon, al mismo tiempo que la rubia hacía cara de indignación.

—Tampoco creas que me siento muy cómoda a lado tuyo —se defendió.

—¡Los equipos son temporales! ¡Ian! ¿Quieres que te recuerde cómo eras cuando empezaste en el equipo? —volvió a alzar la voz el chico más alto, dándoles una mirada asesina. 

Ian no contestó, frunciendo el ceño, cruzando los brazos y sin alegar más. Los otros dos chicos del otro lado de la red miraban en silencio, esperando a que volvieran a empezar.

Dallon dio el silbatazo, Jenna tomó el balón y empezaron de nuevo, esperando a que fuera una jugada de más de cuarenta segundos. Brendon pasó sus manos por su rostro, tallándolo un poco. Patrick se rió bajo al ver la acción de Brendon, que mostraba un poco de desesperación.

—Debiste de verme a mí cuando recién entré —el rubio se burló de sí mismo. Brendon no dijo nada, no habían hablado desde que se habían sentado los dos ahí, solamente cuando Ryan llegaba a hacerles compañía por unos minutos. Patrick al ver que el azabache no iba a decir nada más, torció la boca—. ¿Cuál era tu nombre? —le sonrió, amable.

Bones [Ryden]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora