XXX.

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Tenían aproximadamente dos o tres semanas de haber salido de vacaciones y todo había avanzado normal. Jon y Pete habían tenido que pagar los daños del carro, pero por mientras no se preocupaban por la suspensión, ya que decían que "sería como una semana más de vacación". Brendon nunca había visto a alguien tan despreocupado por perder una semana de clase. Pero bueno, eso ya no era su asunto.

Las dos o tres semanas que tenían de vacaciones, podían considerarse más o menos las mismas semanas que Brendon tenía con Ryan siendo novios formales. 

La mamá de Brendon parecía estar más normal o más tranquila, ella seguía yendo al trabajo y parecía irle mejor. De alguna manera ella y su hijo estaban conectados mentalmente, mientras Brendon se sintiera bien, ella también empezaba a mejorar.

Casi todos los días, ambos chicos trataban de verse en algún lado o en la misma casa de Brendon, ya que nunca se aburrían de la compañía del otro. Había visto a Sarah igual un par de veces. Después de oír la historia completa de todo el drama, prefería seguir siendo amigo de Sarah que alejarse de ella, al cabo ella actuaba como siempre.

Esta vez Ryan y él estaban sentados en unos columpios de un parque público que estaba a unas cuadras de casa del castaño, cada uno en un columpio distinto. Comían un estúpido helado de un puesto también cercano.

—Creo que este sabor no me gusta —dijo Brendon después de darle solo una probada. 

Siempre que compraban helado procuraban comprar un sabor diferente para así probar todos los de todos las tiendas que hubiera cerca. Era algo raro pero parecía ya haberse hecho costumbre.

—Es de menta con chispas —le recordó—. Es bueno, a mí me gusta.

—Pero hubiera preferido de fresa —se quejó mientras miró su helado desanimado.

—Ten —le dijo Ryan mientras le dio el suyo a cambio del de chispas—. No es de fresa, pero es de galleta.

—Gracias —le sonrió sorprendido al ver la linda acción del contrario. Siempre le sorprendía con cosas diferentes—. Creo que el de galleta lo probé una vez en mi vida y fue con mi mamá —lo tomó con la cuchara y sus papilas gustativas casi bailaron de felicidad al sentir otro sabor de helado que no fuera el de menta—. Pero este sabe mejor.

Ryan sonrió al verlo feliz.

—¿Qué tal tu mamá? —preguntó el castaño—. Nunca la veo en la casa, casi siempre está afuera —dio una cucharada también a su respectivo helado de menta con chispas. No era tan malo.

—Pues sí —le dio la razón—. Está casi siempre fuera porque se la pasa trabajando.

—Debe ser difícil —se quedó un momento en silencio y luego agregó—: Es sólo que he tenido duda, ella... ¿Sabe de mí? —sonó curioso y le dedicó una sonrisa. Brendon levantó la mirada de su vasito para mirarle a los ojos y por alguna razón sintió que se le subía el calor al rostro.

—Nunca le he dicho, creo —se rascó la cabeza, tratando de recordar—. ¿Quieres que le diga? —sonó más sorprendido.

—No suena mal, ¿no?

—No, no suena mal —agachó la cabeza de nuevo, mirando a la tierra debajo de ellos y movió sus pies sobre ella.

—Siempre he querido verla —siguió hablando el castaño—. ¿Recuerdas que te lo había dicho?

—Sí —asintió con la cabeza casi al instante, recordando la primera vez que había dejado entrar a Ryan a su casa—. Y yo te dije que estabas loco.

—¿Y lo estoy aún?

—Sí —volvió a repetir—. Pero en la buena manera —levantó la mirada y le sonrió de vuelta—. Le diré a ver qué dice

Bones [Ryden]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora