XVI.

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Era jueves.

Pero, por Dios, no era cualquier jueves y todos lo sabían. Parecía incluso que el mismo sol estaba consciente de eso, porque sus rayos parecían ser más fuertes que cualquier otro día. Brendon sólo deseaba con todos sus huesos que la época de calor terminara. No estaba seguro de que cuando terminara la maldita época, el calor infernal terminara, pero sólo era algo de esperar.

—Hola, Brendon —escuchó la voz femenina de Debby atrás de él cuando estaba ocupado metiendo sus cuadernos que no necesitaba en su casillero. Las clases ya habían acabado hacía un par de minutos, por lo que significaba que el partido de voleibol estaba cada vez más cerca.

Brendon volteó para atrás y vio a aquélla chica, a su compañera de equipo de literatura muy emocionada, con los ojos brillando, juraba que tenía maquillaje encima, que le hacía ver las mejillas rosas y brillosas, al igual que sus labios y sus pestañas muy maquilladas.

—Hola, Debby —saludó de vuelta tratando de verse emocionado, pero no le salió. No estaba en su ADN.

—Estoy  muy emocionada —sonrió grande, mostrando sus dientes—. Sigo sin creer que esto va a pasar.

El azabache trató de esbozar la mejor sonrisa que pudo. Iba a decir algo, pero vio a Ryan acercándose a él entre todo el gentío de los pasillos escolares.

—Bren —dijo, rápidamente llegando a lado de él. Se veía muy apresurado y alterado—. Necesito irme ya. Te diría que fuéramos juntos, pero necesito irme ya. Necesito correr. Dallon me va a matar —sonrió un poco preocupado—. Entonces, nos vemos allá, ¿sí? Perdón.

—No te preocupes —formó la palabra Brendon. Al parecer el chico no había notado que estaba Deborah ahí—. Me iré con Debby caminando.

Ryan al escuchar el nombre ajeno, levantó las cejas, dándose cuenta de la chica, que también estaba ahí.

—Ah, hola Debby —volteó rápido y ella le saludó con la mano—. Perdón, tengo tanta prisa —agitó sus manos un poco estresado—. Bien. Entonces, los veo ahí —vio a los dos chicos y les sonrió un poco más—. No olvides la dirección, ya te la pasé por mensaje —se veía preocupado. Preocupado tanto porque Brendon fuera a perderse, como por la situación en sí—. Nos vemos ahí —repitió por tercera vez.

—Tranquilo —le calmó—. Vete. Nos vemos —sonrió un poco el azabache.

Ryan suspiró aún más agitado. Tomó pulso para irse corriendo por el pasillo, para salir por las puertas de la escuela a toda velocidad, dirigiéndose al lugar donde jugarían.

Brendon miró como el otro chico salió a toda velocidad por las puertas y así siguió con lo suyo, terminando de guardar sus cosas en el casillero. Debby seguía detrás de él, esperando a que terminara, demasiado emocionada como para funcionar.

—Sabes, estaba pensando que hay una tienda de sándwiches por aquí —habló la castaña—. Podemos ir a comprar unos para comer y así vamos al partido. ¿Qué piensas?

El de lentes no lo pensó dos veces y asintió con la cabeza.

—Vamos.

[...]

Faltaba todavía una hora para que empezara el juego. Brendon y Debby ya se habían parado a hacer sus compras. Habían comprado sándwiches en una cocina rápida del lugar que la castaña había dicho.

Después de alrededor quince minutos, habían llegado al lugar. Había un par de personas que estaban sentadas en las gradas que se habían colocado sobre la arena para poder apreciar el juego. El lugar era algo grande, Brendon estaba sorprendido, porque él seguía siendo algo nuevo en la ciudad y nunca había sido espectador de un juego de voleibol playero en vivo.

Bones [Ryden]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora