XII.

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Ryan tenía que hacer una cosa, hablar con Sarah. 

Realmente hace mucho que no hablaba con ella, pero claramente la había visto en la escuela. También la había visto en ese salón de detención y también cuando chocó con Brendon en la puerta en el momento de querer salir, siempre la veía pero no hablaban más. 

Las clases terminaron y Ryan empezó a buscar a Sarah por la escuela, solamente esperaba no encontrarse con Brendon de por medio.

El castaño llegó a la cafetería que estaba un tanto vacía con esperanza de ver a la pelinegra ahí, pero tampoco estaba. 

Se asomó por las ventanas que ofrecía la cafetería y logró verla, estaba afuera de la escuela, sentada en el pasto debajo de uno de los arboles, con los audífonos puestos y parecía tener todas las cosas de su mochila alrededor de ella, las cuales estaban igualmente sobre el pasto.

Ryan no lo pensó más y corrió hasta fuera, llegando donde estaba.

—Sarah —le habló para tomar su atención, con una voz un tanto seria.

La chica ni siquiera se molestó en voltear a mirarlo, ignorándolo por completo, continuando con sus actividades.

—Sarah —repitió, intentando no sonar muy molesto.

—Lo siento, no te escucho —habló al fin. No levantó la mirada, seguía haciendo quién sabe qué en su cuaderno—. Tengo audífonos puestos —dijo de mala manera.

—Quítatelos entonces —Ryan contestó casi al instante.

—Qué quieres —sin quedarle otra opción, se los quito casi arrancándolos de sus orejas, dedicándole toda una mirada.

—Sólo quiero hablar contigo —contestó y se sentó en el pasto tratando de no aplastar todo lo que estaba esparcido por ahí.

—Sólo quieres hablar conmigo —repitió la chica un poco lento, algo incrédula, sin creérselo—. Después de tanto tiempo ignorándome, ahora quieres hablar conmigo  —sonrió de una manera un tanto burlesca.

—No te emociones —empezó—. ¿Molestaste a Brendon? —preguntó, yendo directamente al punto, no tenía tanto tiempo como para soportar las bromas y el humor casual de Sarah.

—¿A quién? —Sarah mantenía esa sonrisa odiosa en su rostro, esa sonrisa de no poder tomarse nada en serio. Ryan sentía que si él hubiera sido cualquier otra persona, la hubiera golpeado tiempo antes—. ¿Así se llama tu novio? —preguntó una vez más—. Es el que parece perro nervioso.

—¿Eso fue un sí? —Ryan volvió a hacer un poco de presión. Lo único que pedía era que su paciencia siguiera, hablar con Sarah siempre era muy contraproducente.

Hubo un poco de silencio, la pelinegra había sido descubierta.

—¿Jon te dijo? —levantó las cejas un poco indignada, decepcionada pero no sorprendida—. Es una perra chismosa —sonrió más.

Ninguno de los dos dijo nada, porque Ryan estaba esperando a que ella contestara la pregunta que le había hecho anteriormente.

—No quise hacerlo —respondió finalmente, quitando su sonrisa, mirando nuevamente a su cuaderno—. Solamente quería preguntarle sobre ti. Quería saber si ustedes eran novios o qué, aunque ahora que vienes conmigo a defenderlo, sé la respuesta. 

—¿Querías preguntarle sobre mí? —preguntó el castaño, tomándole más importancia a esa parte del discurso. Estaba extrañado y lo preguntó casi riendo, escupiendo las palabras.

—¡Sí! ¿Está bien? —confesó, frunciendo un poco el ceño. Ryan iba a preguntar por qué, pero mejor se quedó esperando a que ella dijera todo lo que quisiera decir—. Me pareció muy lindo desde que lo vi contigo, asustado se veía aún más. Algo dentro de mí decía que tenía que asustarlo más, pero ahora me arrepiento. Si hubiera sabido que tú y tus otras ratas iban a volver hablarme por asustarlo, no lo hubiera hecho jamás.

Bones [Ryden]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora