Washington D.C – sábado; enero del 2018
Archie sonrió al ver el mensaje de su novio y después de responderle guardó el teléfono en el bolsillo. Suspirando se acomodó en la banca del parque y visualizó el lugar en silencio, sonrojándose de un momento a otro al recordar cuando él y Harry se besaron. Aunque no era el mismo parque, sí era un ambiente similar.
Jamás hubiera imaginado que ese sería el principio y el fin de muchas cosas. A pesar de que su vida había dado un giro de ciento ochenta grados, él se sentía feliz con la situación actual. Tenía una pareja que lo amaba y sabía que ese amor no era unilateral. Ambos se demostraban día a día lo enamorados y entregados que se encontraban con la relación. Archie estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para que Harry fuera feliz y el castaño le había demostrado exactamente lo mismo.
―¡Archie, disculpa la demora! ―exclamó un Robert ajetreado de tanto haber corrido. ―¿Tienes mucho tiempo esperándome?
El chico se giró a ver a su mejor amigo y negó restándole importancia al asunto. Solo se colocó de pie y lo abrazó suavemente palmeándole la espalda. Luego se separó y le sonrió alzando sus hombros.
―Bien, ¿qué haremos? Sonabas muy emocionado esta mañana cuando me llamaste. ―Robert asintió y enlazó su brazo con el ajeno para comenzar a caminar.
―Realmente espero disfrutes de esta salida, tanto como yo planeo hacerlo.
Archie lo miró y sonrió cortamente en respuesta. Luego solo se dedicó a observar el camino frente a ellos.
Robert caminaba por el parque en silencio, sin soltar el agarre que tenía con Archie; a él le gustaba esa cercanía que tenía con su mejor amigo, que, a pesar de que se había mostrado un poco distante en sus primeros encuentros, para la fecha Archie ya se encontraba un poco más dado y eso alegraba al castaño.
Deteniéndose en un semáforo, esperó a que fuera su turno para cruzar, mientras que eso sucedía, Robert observó el perfil de Archie en silencio. Su baja estatura le permitía apreciar aún más los rasgos que tenía el moreno. Sus ojos color café, su nariz un tanto respingada, sus labios rosados y algo gruesos, inclusive su forma de peinar de aquel día. El cabello del moreno lucia algo despeinado y eso hacía que Robert mirara a Archie con ternura. Desde su punto de vista, su mejor amigo lucia muy atractivo aquella tarde.
Sintiendo como Archie comenzó a caminar, él le siguió y regresó la mirada al frente. Cuestionándose, ¿por qué no había visto a Archie de esa manera años anteriores? Suspiró al no tener una respuesta, pero no le prestó mucha atención, ahora que era consciente de ello, quería hacer algo al respecto.
―¡Bien, detente aquí! ―gritó haciendo que Archie obedeciera. El castaño sacó de sus bolsillos un pañuelo y le vendó los ojos, haciendo que el azabache se riera un poco por la vergüenza que le causaba la situación. ―No vayas a mirar porque te pego. ―el chico asintió y permaneció lleno de incertidumbre a la espera de que su mejor amigo le dijera o hiciera algo. ―Bien, vamos.
Robert lo tomó de las manos y comenzó a guiarlo, indicándole cuando tenía que subir o bajar algún escalón. El castaño lucia emocionado en ese momento, quería que Archie pudiera disfrutar como él de aquella salida que le hacía ilusión desde hacía algunos días.
―¿A dónde me llevas? Comenzaré a creer que me estas raptando. ―dijo Archie en broma. Robert solo se rio con él y se detuvo haciendo que Archie se riera diciendo: ―Vaya, al fin. ¿Dónde estamos?
―Cálmate, se me olvidaba lo ansioso que eres a veces. ―se quejó el chico quitándole el pañuelo a su amigo. Archie pestañeó repetidas veces para acostumbrarse a la luz y luego se giró a ver a su compañero sorprendido. ―¡Tadan! ¿Te gusta?
―¡Sabes que sí! Tenemos tiempo sin venir a una pista de hielo. ―Archie lucia como un niño pequeño. Sus ojos brillaban ante la alegría que sentía. ―¡Me encanta! Vamos, vamos rápido. ―el chico tomó la mano de su mejor amigo y comenzó a correr a la tienda para poder intercambiar sus zapatos por los patines.
Robert solo se reía, le encantaba ver esa sonrisa adornando el rostro de su mejor amigo. Justo en ese momento se dio cuenta de cuanto extrañaba compartir ratos así con él.
―¿Me enseñaras a patinar? ―le preguntó Robert una vez que tenían los patines en sus pies. Archie lo miró y asintió riendo mientras se colocaba de pie y le ayudaba a hacer lo mismo.
―Pensé que ya sabias, ¿por qué vinimos acá? ―cuestionó curioso el más alto ingresando a la pista seguido de su mejor amigo, quien rápidamente se tomó de las barandas de protección.
―Sé cuánto te gusta patinar y sé cuánto disfrutas verme caer, así que pensé que era una buena forma de iniciar el año. ―comentó algo sonrojado mientras tambaleaba al caminar. Archie le sujetó de la cintura igual que siempre y le ayudó a seguir. ―Además, creo que ya es tiempo de aprender y tú eres el mejor en esto.―Oye, tampoco es para tanto. ―se quejó el chico algo sonrojado. ―Solo practicaba mucho cuando adolescente, sabes que desde que tus padres nos mostraron una pista de hielo, lo consideré mi lugar favorito.
―Lo sé y me alegra que siga siendo así. ―Robert le regaló una sonrisa y Archie la correspondió. Luego se separó por un momento y comenzó a patinar con tranquilidad llamando la atención de algunos de los presentes y logrando conseguir unos que otros aplausos antes las pequeñas piruetas que hacía.
Archie les agradeció sonrojado y regresó con Robert.
―Listo, ahora es tu turno.
―¿Qué? No, no, me da miedo. ―exclamó nervioso el castaño. Si quería aprender a patinar pero le causaba terror hacerlo.
―¡Vamos! No tengas miedo, siempre voy a estar aquí para ti. ―sonriéndole, Archie le tomó una de las manos y le sujetó la cintura para alejarlo de las barandas de seguridad. ―Ves, como cuando éramos unos adolescentes, ¿recuerdas? ―Robert miró a su mejor amigo y asintió sonriendo un poco sonrojado.
―Claro que lo recuerdo, Archie... ―susurró y mordió su labio inferior bajando la mirada. Archie tan solo miraba al frente para evitar llevarse a alguien por delante. ―Entonces, ¿qué haré primero?
Aquellas palabras fueron suficientes para el chico de cabello oscuro.
Mirando a su amigo le indicó los pasos que tenía que hacer, asegurándole de que no lo soltaría en ningún momento, al menos hasta que Robert se sintiera seguro.
El castaño acató las órdenes de Archie y siguió cada una de sus instrucciones. Tenía miedo de caer al suelo y romperse algún hueso o tumbarse un diente, pero estar entre los brazos de Archie lo hacía sentir completamente seguro, lleno de la tranquilidad que había perdido desde que había decidido estar con Eric.
―¡Lo haces bien! ―exclamó el azabache cuando miró a su mejor amigo andar solo por la pista. Tambaleaba un poco, pero lograba seguir en pie sin caerse. Archie se sentía feliz, había valido las tres horas que estuvo enseñándole a Robert. ―Oye, deberíamos irnos. Se está haciendo noche y me está dando algo de hambre.
―¡Ahí voy!
Archie patinó hacia la salida esperándolo para salir juntos. Robert se acercó a él sonriendo y antes de llegar con su mejor amigo, tambaleó perdiendo el equilibrio completamente. Archie reaccionó ante ello y lo sujetó antes de que cayera al suelo. Robert tan solo había cerrado sus ojos esperando el impacto, pero al darse cuenta de que su cuerpo no había tocado el suelo, abrió los ojos y alzó el rostro encontrándose con la mirada de su mejor amigo. Una corriente eléctrica recorrió su cuerpo ante la cercanía entre ambos.
―¿Estás bien? ―preguntó Archie escrutando el rostro ajeno. Robert asintió sonriendo y se fue incorporando poco a poco, hasta quedar con sus manos en la nuca del moreno. El más alto lo miró en silencio y sonriendo le besó la mejilla para cargarlo y salir de la pista. ―Bien, vayamos a comer.
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Querido Robert
Novela JuvenilArchie es un joven introvertido que al ser criado en una casa hogar solo se tiene a él mismo; al menos hasta que ingresa a la secundaria y conoce a Robert, un chico bastante extrovertido a quien hacer amigos le resulta una tarea fácil. Sin...